J.L. Llagües
Contenedores llenos con los residuos rebosando. Comida cruda y en malas condiciones. Hormigas en las camas. Moho en las habitaciones. Es la estampa que retratan las presuntas quejas de una turista inglesa hacia el touroperador TUI sobre la estancia que una familia numerosa -en teoría su hermano- está sufriendo actualmente en un resort de Menorca.
La denunciante acompaña sus quejas en las redes sociales con varias fotografías y con comentarios que descansan en el filo hilo entre la ironía y el humor: “El pollo que les han servido está tan crudo que todavía está cacareando”. Además, apunta que el montante de las vacaciones supera las 7.000 libras en total y que les han pedido 500 libras por habitación -tienen cinco reservadas- para cambiar de emplazamiento. “Tienen hormigas en sus camas y comen fuera porque la comida es muy mala. Hay moho en todas partes, es absolutamente asqueroso”, comenta.
El timo de la diarrea
De momento, las quejas no han pasado de meras publicaciones en redes sociales. Sin embargo, en el trasfondo del asunto descansa el bautizado como “timo de la diarrea”, una fórmula extendida durante los últimos años en los que algunos turistas británicos que visitan Balears presentan quejas sobre el presunto mal estado de la comida y la salubridad de las habitaciones durante su estancia para que los touroperadores les devuelven parte de lo invertido en sus vacaciones.
Estos, a su vez, repercutían la factura en los hoteles, que acababan siempre “pagando el pato”. Se trata de una fórmula desarrolladas por bufetes de abogados “buitre” que llegaban a quedarse hasta con el 60 % de las indemnizaciones. Sin embargo, el gran volumen de quejas ha llevado a los ejecutivos inglés y español a tomar cartas en el asunto y ya se han impuesta las primeras penas por esta mala praxis. Incluso, se han detenido a firmas de abogados por impulsar estas prácticas fraudulentas.
Sea como fuere, parece que los casos de intoxicaciones alimentarias publicadas en redes sociales sobre viajes a Balears no han parado aún. El descrito en esta noticia es el último que se localiza en Menorca. La duda estriba en su es una queja real o un intento de ahorrar dinero que, a la larga, puede resultar más caro para el denunciante de lo que parece.
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