El escritor egipcio y Premio Nobel de Literatura, Naguib Mahfuz, es creador de una de mis citas favoritas que dice así: “Se reconoce a las personas inteligentes por sus respuestas y a los sabios por sus preguntas”. Se otorga así gran importancia a preguntar lo idóneo para obtener respuestas que, de otra forma, no se conocerían y supondrían un freno al conocimiento.
Cuestionárselo todo es digno de mentes inquietas y dan muestra de poseer uno de los dones más escasos de los últimos tiempos: el espíritu crítico.
Hay personas que jamás ponen en duda nada y pasan de puntillas por la vida. Otros buscan continuamente respuestas. Con estos, me identifico.
Sobre las preguntas, las hay que jamás se han formulado. Otras que, aun habiéndose hecho, sus respuestas no son convincentes. Gracias a otras se han abierto puertas al avance científico.
Otras han cambiado el curso de la historia. Este es el caso del presentador de televisión David Frost que, saliéndose de lo pactado, espetó a Nixon en directo: “Señor presidente, ¿por qué no quemó las cintas del Watergate?” Esa pregunta descolocó a uno de los presidentes más difíciles de EEUU y acabó admitiendo que había defraudado al pueblo americano y debía cargar con ese peso el resto de sus días.
Otras preguntas se basan en aspectos conocidos aunque sus respuestas se ignoran: ¿Dónde está la Conchinchina?¿Dónde se encuentra Potosí?
Por si les interesa, la respuesta a la primera pregunta es: al sur de Vietnam y la segunda hace alusión a una montaña boliviana que albergaba la mayor mina del mundo en la época del Quijote, que es quien popularizó el término.
Personalmente tengo preguntas cuya respuesta me gustaría conocer, aun a sabiendas de la profunda implicación que conllevaría su respuesta verdadera. Ahí van algunas:
¿Por qué el 11S cayeron tres edificios si solo impactaron dos aviones y ninguno tocó más de una torre?
¿Por qué apareció entre las cenizas de las torres gemelas un pasaporte intacto de un sospechoso cuando, en teoría, el fuego y las altas temperaturas abrasaron la estructura de ambos edificios?
¿Qué pasó con la variante flurona, fusión de gripe y corona, de la cual se habló solo durante unos días y nunca más se supo?
¿Por qué la CIA y el FBI manipularon pruebas relacionadas con el asesinato de Kennedy?
¿Por qué los tres multimillonarios que se oponían a la creación de la Reserva Federal se encuentran en el fondo del mar dentro del Titanic, un barco indestructible que no sobrevivió a su primer viaje y, cuyo armador (JP Morgan, pro Reserva Federal) no asistió al viaje inaugural? ¿Por qué se creó dicho organismo al poco tiempo del desastre y por qué se llama Reserva Federal si, ni es reserva (no guarda dinero; lo crea de la nada) ni es federal (es privada)?
¿Por qué no somos dueños de nuestro dinero si lo hemos ganado dignamente y nos lo pueden congelar o racionar a voluntad?
¿Por qué las personas más ricas del mundo no salen en la Lista Forbes?
¿Por qué las élites lo quieren poseer todo y afirman que, aun sin nada, seremos felices?
¿Por qué dejaban salir a los perros a la calle durante el confinamiento y no a los niños?
¿Por qué llaman bitcoin a algo que no lo es (BTC) al no ser considerado dinero electrónico sino oro digital?
¿Por qué regalamos nuestra información a las BigTech aun a sabiendas que se van a lucrar con ella y la van a emplear contra nosotros mismos para orientar nuestros comportamientos?
Para suavizar el tono adquirido, aquí van unas preguntas divertidas: ¿Dónde aparece antes el jueves que el miércoles? En un diccionario. ¿Con qué se puede llenar un barril para que pese menos? Con agujeros.
Pregunten y pregúntense. Saquen el sabio que llevan dentro. De lo contrario, veremos la vida pasar. La vida que otros quieren para nosotros.
Como dice un viejo proverbio chino: El que hace una pregunta es un tonto durante cinco minutos y el que no la hace, sigue siendo un tonto para siempre.