Algunos de los presentes le preguntaron a qué venía esta actitud y por qué no hacía, como en años anteriores, una bendición a cada bestia por separado. La respuesta del religioso fue que "no son niños ni esto es un bautizo. Son animales y ya pueden darse por bendecidos".
A pesar de esta postura algunas personas se acercaron con sus mascotas para que les echara la bendición y así lo hizo con una cantidad ínfima de animales antes de regresar a su iglesia.
La actitud del párroco fue muy comentada en el pequeño municipio menorquín y no con palabras muy agradables.
