Nunca ha sido fácil salir adelante en la vida. Hay que luchar por conseguir avanzar y prosperar. En España, nuestros padres pasaron una guerra y nosotros nacimos en la posguerra. Teníamos una ropa y unos zapatos para los domingos y otra para los días de la semana. No teníamos coche, ni teléfono, ni televisión. Sin embargo recuerdo mi infancia con alegría, divertida y feliz. Después, con esfuerzo salimos adelante y ahora no carecemos de nada. La tecnología se impone: hay comida preparada, te traen la compra a casa. Pides cualquier cosa por internet y en unas horas lo tienes. Accedes a cursos, libros y todo tipo de material para aprender con facilidad.
Me pregunto: ¿Somos más felices? ¿Apreciamos lo que tenemos? O por el contrario ¿ Estamos anhelando aquello que no podemos alcanzar.?
Cuando no hay trabajo nos quejamos y si trabajamos no nos parece bien horario o el sueldo. Cuando los hijos son pequeños nos preocupa su educación y sus travesuras, cuando crecen vemos que tienen otros problemas quizás más difíciles de resolver y nos gustaría que volviesen al biberón y al chupete. Nuestra pareja no es perfecta y nos gustaría que lo fuese aunque el egoísmo nos impide apreciar sus virtudes, pero cuando se distancia echamos de menos el tiempo perdido en discusiones. Nuestros padres nos aburren cuando somos jóvenes con sus consejos, sus límites y cuando nos hacemos mayores entendemos lo que nos decían y decimos lo mismo a nuestros hijos.
Nos quejamos de la sociedad que nos ha tocado vivir y no nos damos cuenta que formamos parte de ella y podemos hacer algo por evitar el caos.
Empecemos por nuestra familia, dejemos de quejarnos y actuemos. Decía Teresa de Calcula “Sabemos muy bien que lo que estamos haciendo no es más que una gota en el océano. Pero si esa gota no estuviera allí, al océano le faltaría algo”. Gota a gota, día a día, podemos mejorar nuestro entorno. De nada sirve lamentarnos; es mejor procurar silenciosa, repetidamente y con constancia dar un poco de alegría y de aire fresco a este ambiente tan enrarecido que estamos forjando. No permitamos que los jóvenes piensen que hagan lo que hagan, no servirá para nada.
Hagamos lo posible por ocuparnos en vez de preocuparnos
