En los últimos tiempos han tenido que ser los juzgados los que dicten sentencia de cómo aplicar las últimas voluntades del mecenas, lo que dictan los Estatutos de la Fundación y lo que reclaman por derecho los descendientes familiares de Fernando Rubió.
Un entramado que crea situaciones como la siguiente; la finca de Mongofre está alquilada pero el inquilino debe respetar una cláusula que permite a los descendientes a disfrutar de la finca durante sus vacaciones de verano.
La última sentencia que permitía el acceso a los descendientes de Rubió dejó sin efecto el candado que habían puesto en la puerta exterior de la finca. Pero el inquilino suizo que pactó con la Fundación el alquiler de la finca, no está satisfecho con las peculiaridades de este contrato que le obliga a compartir Mongofre. La Fundación formalizó este contrato para dar un uso a la finca (además de un rendimiento) pero el inquilino, el suizo Dimitri Sturdza, que quería convertir Mongofre en faro de la cultura de Menorca -incluso implicando a la familia Rubió- no acaba de conseguir alinear a los descendientes con su visión de futuro de Mongofre.
Así pues, el verano tiene algunas estampas, como poco, curiosas. Como la de una finca de Mongofre compartida por vacaciones.