La conectividad aérea y portuaria en Baleares tardará bastante tiempo en normalizarse. Así lo han advertido los expertos que asesoran al Govern autonómico en materia de control y prevención del Covid-19.
Los epidemiólogos menorquines Ildefonso Hernández y Maties Torrent, quien representa a la comunidad médica y científica balear en el grupo técnico que presta asistencia informativa y operativa al Gobierno que preside Pedro Sánchez, forman parte de este comité de expertos y coinciden en que la reapertura de puertos y aeropuerto debe ser una de las últimas medidas a aplicar en el desconfinamiento de la Comunidad Autónoma y así se lo han trasladado a la presidenta del Govern, Francina Armengol.
La razón que argumentan los expertos tiene que ver con la necesidad de mantener la contención de los contagios, dado que no existen todavía, a día de hoy, previsiones concluyentes sobre cuál sería el efecto de una hipotética apertura de las instalaciones aeroportuarias y portuarias sobre la curva de diagnósticos del Covid-19.
En la actualidad, y así viene siendo, prácticamente, desde que se inició la crisis sanitaria, Baleares presenta una de las tasas más bajas del Estado en cuanto a incidencia de la pandemia. Sin embargo, los expertos dudan de que las islas pudieran mantener esta desescalada en el número de casos si la reanudación de la actividad en las terminales aeronáuticas de Palma, Menorca e Ibiza, y en los diversos recintos portuarios del archipiélago, se llevara a cabo con una celeridad excesiva.
Sin la recuperación de la conectividad aérea y portuaria, el sector no puede realizar previsiones concretas acerca de las perspectivas que pueda deparar la temporada de verano que se halla ya en ciernes. De hecho, si la apertura del tráfico aéreo y marítimo se retrasa más allá del inicio oficial de la época estival, cobrarían fuerza los cálculos más pesimistas, que apuntan a la paralización absoluta de la oferta vacacional de Baleares más allá incluso de julio y agosto, y que incidiría en un crack económico y productivo sin precedentes.
Por otro lado, incluso después de que los aeropuertos puedan, por fin, recuperar su normalidad, esta será relativa. Tal como preconizan los principales estudiosos del sector turístico, tanto Baleares como el resto de destinos punteros del Mediterráneo y de otros puntos geográficos precisarán que también los principales destinos emisores retomen el pulso de su actividad económica.
Y ello, en cuanto a los aspectos que atañen específicamente a la industria turística, implica, por una parte, reflotar la oferta de conectividad para que los ciudadanos puedan volver a viajar y a hacer turismo con relativa disponibilidad, y, por otro lado, estimular la capacidad de renta y consumo que proporcione los recursos necesarios para sufragar los costes de practicar turismo.
Existe, además, un último aspecto igualmente relevante: las rigurosas medidas de seguridad y vigilancia que deberán aplicarse en puertos y aeropuertos una vez que reemprendan su actividad normal.
Los controles preventivos tras la reapertura serán, casi con toda probabilidad, mucho más drásticos. Esta es otra de las circunstancias que la industria turística y cada uno de los sectores productivos que la integran contemplan con preocupación, porque, sin duda, en la época posterior al coronavirus, viajar se convertirá en una actividad especialmente engorrosa a causa de la necesidad de cumplir con todos los protocolos de vigilancia epidemiológica que establezcan las administraciones.