¿Hasta qué punto debemos dejar que al tecnología se adueñe de nuestro tiempo? Esta es la pregunta a la que InnovemFestEstiu21 quiso dar respuesta este jueves en Lithica. Para ello organizaron una jornada para aprender a valorar nuestro tiempo. Contaron con la presencia a las siete de una meditación guiada por el profesor de Taiji José Bravo. Le siguió un concierto de música barroca a cargo de Elena Armenteros. Después llegó el plato fuerte de la jornada. Una disertación del filósofo de la tecnología por la Universidad de Oxford, James Williams. Cabe reseñar que, previamente, Williams había sido uno de los más destacados trabajadores de Google. En esta compañía ganó el premio Founder, máximo galardón que concede esta tecnológica, por su trabajo de búsquedas de publicidad. Pero Williams, viendo hacia donde se encaminaban este tipo de empresas optó por dejar Google y marcharse a Oxford para estudiar filosofía y ética y su aplicación en este mundo digital. Antes de su charla, Williams concedió una entrevista a Menorcaaldia.com – ¿Las nuevas tecnologías roban el tiempo que tenemos? J.W. -Algunas desde luego que sí, y más que robar el tiempo nos roban la atención, es decir, nuestra capacidad de elegir cuánto tiempo queremos utilizarlas para lo que las queremos utilizar. Puede que algunas capten nuestra atención y nos devuelvan un valor suficiente para que merezcan la pena, pero otras simplemente explotan nuestras debilidades psicológicas y consumen al máximo nuestro tiempo y nuestra atención y eso es parte de su modelo de negocio. – ¿Hasta qué punto se valora la atención que le dedicamos a las pantallas del móvil o del ordenador (en términos monetarios)? J.W. -Es una pregunta interesante. Realmente depende de la plataforma y del usuario. Por ejemplo Facebook, y no recuerdo las cifras exactas, si coges los ingresos anuales de Facebook del año pasado y los divides por la cantidad de usuarios que tienen, obtienes unos 20 dólares por usuario al año. Por supuesto, algunos usuarios son más valiosos desde el punto de vista de la publicidad que otros, ese es solo un dato. Pero, de forma más amplia, el valor que se extrae de nosotros probablemente es mucho menor que el valor por el que nosotros querríamos vender nuestro tiempo y atención si se nos diera la oportunidad, lo que desafortunadamente no suele ser el caso. – ¿La tecnología debería tener ética o somos los seres humanos quienes deberíamos tener más capacidad de razonamiento? J.W. -La ética, en un sentido amplio, es el proceso por el que razonamos cómo deberían ser las cosas y por qué; es un proceso que surge a partir del interés de las personas. Las tecnologías claramente pueden incluir esas decisiones, esos motivos éticos e incluso ayudar en el razonamiento ético. Pero a fin de cuentas, somos los humanos quienes debemos llevar el volante, la tecnología solo es el coche. – ¿Qué soluciones hay para parar la dependencia que las grandes empresas tecnológicas están generando sobre sus servicios? ¿Cómo podemos modificar la situación actual? J.W. -Es una buena pregunta, y compleja. Hay varias cuestiones que tienen que ver aquí, son diferentes tipos de problemas. Hay cuestiones de centralización, de poderes de influencia en mucha gente. Pienso que en lo relativo a las regulaciones sobre el monopolio, desde luego hay personas muy inteligentes que están trabajando en esto. Creo que es importante lo que se está haciendo, pero no lo suficiente para arreglar realmente los problemas de la economía de la atención, porque si se dividieran muchas de estas empresas, de hecho, el problema podría empeorar porque habría más gente compitiendo por obtener nuestra atención. Así que pienso que garantizar que haya una descentralización del poder es una parte, pero garantizar que los tipos de influencias que recibimos y que los objetivos a los que apuntan son aquellos con los que nos alineamos y que haya una capacidad de respuesta por parte de estas empresas tecnológicas para incentivar nuestro interés, eso implica hacerse preguntas acerca de los modelos de negocio, de su transparencia y de los objetivos del diseño de los servicios. Esas son solo algunas de las cuestiones, hay todo un espectro de respuestas necesarias en este sentido. – ¿Qué consejo darías a quienes acudan a su charla en Menorca? J.W. -Lo que estaba intentando transmitir en mi libro, y sobre lo que suelo hablar, espero que ayude a que todos entiendan lo que está en juego en cuestión de atención. Cuando pensamos en la atención nos gusta pensar en una distracción momentánea, pero hay una larga tradición en la cultura de la humanidad de que la atención realmente trata del sentido de quiénes somos y de nuestra vida. Solemos pensar en el éxito de nuestra vida, en su sentido de equilibrio, y pienso que ese es uno de los puntos más importantes. Y luego me gusta pensar en cómo podríamos aplicar estándares de calidad a la tecnología, al igual que lo hacemos con la literatura, o con el arte más elevado que esperamos que cumpla ciertas funciones para nosotros. Así pues, la tecnología podría cumplir estándares más elevados o trascendentales. Tras la disertación se abrió una mesa de debate en la que participaron el propio Williams, la monja Carme Mesquida, la creativa publicitaria Eva Conesa y José Bravo. Actuó de moderador el físico y científico de datos Juan González. |