En Miami está teniendo lugar estos días un juicio de gran trascendencia que está teniendo poco seguimiento en la prensa tradicional y nada en televisión. El juicio del siglo, lo llaman algunos.
En él se está dirimiendo la identidad oculta bajo un pseudónimo del creador de bitcoin. Esta ha sido una de las incógnitas que más revuelo e interés ha levantado en los últimos 13 años, desde que su famoso y a la vez que prostituido whitepaper, salió a la luz.
En el juicio de Miami se dirime la propiedad del 1,1 millones de bitcoins obtenidos por minar los primeros bloques. El demandante es el hermano del fallecido Dave Kleiman, quien ayudó a Craig en algunos aspectos en la creación de bitcoin. Demandante y demandado concuerdan en que la persona que está detrás de la invención de bitcoin es Craig Wright, un científico australiano que presentó ante la hacienda de su país (ATO) el año que vio la luz bitcoin (2009), el equivalente del Impuesto sobre el Patrimonio, en el que se declaraba un activo desconocido llamado bitcoin que, al pillar desprevenidos a los agentes de la ATO, le pusieron el valor simbólico de un dólar.
Craig afirma que ya era rico antes de empezar con la idea de bitcoin, allá por el año 1998. Ha declarado que ya poseía múltiples propiedades, coches deportivos y hasta un barco atunero. Afirma que no creó bitcoin para ganar dinero sino para mejorar el mundo. Entre otras cosas, para evitar los abusos de los bancos centrales como es la impresión indiscriminada de dinero que primero endeuda (esclaviza) y, más tarde, provoca una inflación que acaba empobreciendo a la población. Lo estamos viendo estos días.
Sí, como lo oyen, bitcoin no vio la luz en 2009 como respuesta a la crisis de 2008, como dicen algunos pseudogurús, sino que lo hizo en 1998, con un whitepaper que aportaba soluciones sobre micropagos. ¿Alguien puede pensar que una solución tan perfecta que da solución a tantos problemas se puede haber creado en menos de un año?
Si Craig era rico antes de bitcoin, súmenle las monedas obtenidas por haber minado durante años. Los primeros blques daban como recompensa 50 bitcoin cada 10 minutos a los mineros agraciados y, al principio, solo estaba él. O él con Dave Kleiman, el juez dirá. Se calcula que Craig posee por haber minado unos 3 millones de bitcoins. Los tiene distribuidos en sus empresas y trusts. Esos bitcoin (BTC) le han dado derecho, tras las bifurcaciones posteriores a 3 millones de Bitcoin Cash y 3 millones de Bitcoin Satoshi Vision (BSV). Eso sin contar las compras que ha hecho en exchanges, como el malogrado Mt. Gox. El valor de riqueza de Satoshi supera hoy a la de Jeff Bezos, hombre más rico del mundo, según Forbes.
El juicio de estos días en Miami no pone en duda que él sea el creador de bitcoin sino si los primeros 1,1 millones de bitcoins, que se sabe que pertenecen a Satoshi y están valorados en 71 mil quinientos millones de dólares, deben o no repartirse al 50% con el demandante, por ser el legado de su hermano, colaborador de Satoshi. En el fondo, se está dirimiendo si Satoshi Nakamoto fue una persona con ayuda de otra o fue un grupo de dos personas. La autoría o coautoría intelectual de bitcoin es lo que está en juego.
Si Craig es reconocido por un juez como Satoshi podrá ejercer su derecho de propiedad sobre el el software y la base de datos de bitcoin. Esto es trascendental porque, si prospera, puede sacudir el mercado cripto. Craig pretende recuperar su legado y resarcirse de todos los agravios recibidos durante años.
Aun sin haber acabado el juicio, Craig ya ha movido ficha. Sigue con la partida de ajedrez que empezó hace unos meses, demandando a los desarrolladores de BTC porque estaban haciendo crecer un producto que había suplantado a bitcoin. Sus abogados han enviado una carta para resarcirse de esos agravios. Va a pedir compensación a toda empresa que en el pasado hubiera promovido BTC como si fuera bitcoin. No se salva ni el tato.
Ha empezado con algunos exchanges importantes, entre ellos Coinbase, que salió a bolsa en Wall Street el pasado mes de abril, con gran éxito. Afirma Craig que Coinbase, entre otros, ha estado engañando a sus inversores ofreciendo un producto por otro y, como empresa que cotiza en Bolsa, no ha cumplido con el deber de informar al organismo supervisor (SEC, el equivalente americano a la Comisión Nacional del Mercado de Valores) de la contingencia de que esto podía pasar si Craig ganara el juicio. La carta argumenta que se ha estado empleando una base de datos (la de bitcoin) sin permiso del propietario. Eso pretende arreglarlo pidiendo una indemnización por el uso retroactivo de la licencia y por el posible uso futuro. Daño emergente y lucro cesante.
Llama la atención que, desde que, en mayo de 2019, Craig obtuvo en la oficina de patentes americana el copyright sobre el whitepaper, la palabra bitcoin, la base de datos y el código de bitcoin, Coinbase sacó de la comercialización (delistó) a BSV en su propio exchange, siguiendo una campaña orquestada entre muchos otros exchanges. Sin embargo, Coinbase ofrece en la actualidad información de esta moneda y entre ella, sorprende ver adjunto el whitepaper original de bitcoin pero no con el habitual nombre de Satoshi Nakamoto, como autor del mismo, sino con el de Craig Wright en su lugar. ¿Es que admiten que ese documento existe? Es decir, ¿Aun habiéndolo sacado de comercialización, se rinden a la evidencia y admiten la autoría de bitcoin por parte de Craig?
Craig valora el perjuicio económico de esta suplantación de bitcoin como la diferencia de valor del total de monedas (21 millones) multiplicado por el valor de BTC, que hoy cotiza a 65 mil dólares, y el de BSV, que lo hace a 172 dólares. Con las premisas anteriores, tiene sentido esta cuantificación del daño causado porque el mercado valora el concepto bitcoin por 65 mil dólares. Si resulta que un juez dice que Satoshi es Craig y su creación (bitcoin) deja de ser BTC sino que su inventor afirma que es BSV, con un valor muy inferior, la diferencia muestra el daño causado por la suplantación y robo del concepto, base de datos, etc. De no haber existido BTC, BSV, es decir, bitcoin, valdría lo que vale hoy BTC.
La cuantificación según este método de valoración asciende a la friolera de 1,3 billones (españoles) de dólares.
Hay que aclarar que Satoshi Nakamoto regaló al mundo bitcoin. Lo hizo bajo un código con licencia permisiva del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), es decir, con pocas limitaciones en su uso y totalmente gratuito. Lo que no regaló, y la gente se confunde, fue su base de datos, su blockchain, ni el permiso sobre su uso. Y la base de datos le fue usurpada. Por ese motivo va a pedir daños y perjuicios. Esta es la razón de que no actúe contra Ethereum, Litecoin y demás blockchains cuyas bases de datos son suyas propias. Solo copiaron el código.
Pero no nos engañemos. Para Craig no va a ser un camino de rosas. El enemigo al que se enfrenta es muy poderoso. Hay muchos intereses económicos detrás de BTC. Recuerden que está controlado por las élites financieras a través de Mastercard, el grupo AXA y hasta la Reserva Federal. No descarten presiones muy duras ni malas artes para influir sobre el jurado o el juez. Puede que intenten forzar que no se reconozca fehacientemente que Craig es Satoshi, aun estando de acuerdo en ese punto la parte demandante y la demandada.
Pero Craig no es cualquier persona. Es un gran estratega y dice que lo tiene todo bien atado. Afirma tener la guadaña afilada para lo que pudiera venir.
Personalmente, no descarto nada en los movimientos de Craig, un gran ajedrecista con gran previsión en los movimientos del contrario. Recordemos que en julio pasado anunció un Royal Fork, jugada de ajedrez que amenaza a la vez al Rey y a la Reina lo que, en cualquier caso, supone un gran sacrificio para el contrario. Parece tenerlo todo bien atado.
Por no descartar, ni siquiera descarto que tuviera pactado desde hace tiempo, con la parte demandante, el planteamiento del juicio para, independientemente de lo que emita la sentencia, dar por hecho de que él es Satoshi. Pronunciarse y negarlo sin haber sido parte del petitum (lo solicitado por la parte demandante) pondría en una difícil tesitura al juez y al jurado.
Las élites han demostrado actuar siempre con todo bajo control. No van a dejar que un particular les arrebate ni una pizca de poder. Siempre les quedará el ya anunciado apagón de Internet. Sin Internet el mundo cripto se quedaría sin su hábitat y entonces daría igual quien fuera el inventor de bitcoin.
Aunque cuidado. Con el apagón también caerían muchos otros sectores dominados por ellos. Es lo malo de poseerlo todo y de tener a Blackrock y Vanguard metidos por todo.
El juicio del siglo pasará a la historia. Tal y como está planteado, gane quien gane, siempre gana Satoshi.
… ostias… qué viejo me siento…