Cada vez que tenemos un medicamento entre las manos nos recomiendan leer con atención ese papelito que nos advierte de que conviene hacer un buen uso. En el caso de los antibióticos, utilizarlo mal trae consecuencias. La más preocupante -según indicaron fuentes del IB Salut en Menorca- es que en los últimos cinco años las bacterias contra las que actúan los antibióticos se han hecho más resistentes, con lo que la efectividad del medicamento se pierde.
En el cuerpo humano hay gran cantidad de bacterias que tienen muchas funciones, la mayoría son buenas para el cuerpo. Pero cuando se cuela alguna que no lo es, podemos desarrollar muchos síntomas. A veces, la similitud de esos síntomas nos puede hacer creer que el antibiótico que nos sanó antes, puede volver a hacerlo ahora. Y eso sólo lo puede dictaminar un médico. Entre los niños pequeños que se pueden transmitir enfermedades con facilidad en el colegio, cuando sus cuerpos aún están desarrollando sus propias defensas, esta situación es habitual. Los padres no han de tomar decisiones de este tipo solos. Siempre tiene que ser un facultativo el que decida si ha de tomar antibiótico y cúal ha de ser.
Otro error frecuente está en la posología, es decir, en la manera de tomarlo. Es conveniente seguir el tratamiento hasta la fecha que ha indicado el médico, y no dejarlo si los síntomas remiten. Tampoco se debe tomar pasada la fecha de caducidad; muchos antibióticos, a partir del momento de la primera toma, tienen una vigencia limitada de unos pocos días. Otro error es tirar a la basura los restos de antibiótico. Se debe llevar a la farmacia para que hagan un correcto reciclado.