Un periodista muy listo al que respeto profundamente está convencido que el conflicto educativo beneficia al Govern y siempre que hemos hablado del tema lo ha argumentado con motivos sólidos. No me apropiaré de sus tesis, que comparto en buena medida, pero no puedo dejar de recordarlas al escuchar la valoración que Guillem Estarelles, secretario autonómico de Educación, Cultura y Universidades, ha ofrecido sobre el seguimiento de la huelga convocada hoy (http://ib3tv.com/20140915_220445-jornada-de-vaga-educativa-a-mallorca-i-formentera.html; mim. 1,49).
“Los datos son los que son. Los datos son que sólamente el 11,6 por ciento del profesorado ha secundado la huelga. El 88,4 por ciento pues avalan la política que está llevando a cabo este gobierno”, ha afirmado Estarellas y sí, se ha quedado tan pancho, más a gusto que un arbusto, más feliz que una perdiz. Elijan ustedes la fórmula que prefieran y, sea cual sea, llegarán a la misma conclusión que yo. Que no se puede ser más… Me ahorro el calificativo y las diatribas incendiarias, reservadas para los más cercanos o lejanos, vía wasap u otros medios telemáticos.
Aquí sólo apuntaré que no me parece que sea un comentario afortunado, como tampoco es afortunado congratularse del poco seguimiento de la huelga o calificarlo de “fracaso de la izquierda en su cruzada contra el trilingüismo”. Sólo apuntaré que realizar una valoración tan poco ajustada a la realidad y al sentir del profesorado, de la comunidad educativa, en su conjunto, no creo que sea la mejor manera de rebajar la tensión en un conflicto, cuya resolución no parece ser el objetivo de algunos sus “contrincantes”.
Son muchas las razones que han motivado un menor seguimiento de la huelga. Entre ellas y de manera destacada, el paso atrás que han dado la mayoría docentes en favor de los alumnos, más después de comprobar la inflexibilidad de la administración. Una actitud conciliadora por parte de la Conselleria implicaría incidir en este gesto y no salir a la palestra para sacar unas conclusiones que sonrojan si se dicen por decir, arrojan muchas dudas sobre la persona que las formula si se dicen desde el convencimiento, y que, en cualquier caso, abonan el desencanto.
Aunque no haya secundado la huelga, el 88,4 por ciento del profesorado no está de acuerdo con la política educativa del gobierno de Bauzá ni con la del gobierno Rajoy. Tampoco está de acuerdo con la del gobierno de Antich o el de Zapatero. El maestro de corazón no comparte que la educación sea arma arrojadiza ni que esté sometida a cambios continuos, aspira a que se le reconozca su modesta pero crucial contribución, a que se le escuche y respete. Y se siente herido, ahora y siempre, cuando escucha opiniones como las que hoy ha expresado Estarellas
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