En una época de constante ruido, de músicas alegres, luces y trasiego como es la Navidad, un concierto como el que ha acogido esta noche la iglesia de Santa María de Mahón es una invitación a la emotividad y la calma, una oportunidad para recordar la esencia de unas fiestas que, bebiendo de una tradición cultural antiquísima, amalgama de elementos religiosos y paganos, son un canto a hondos valores, una exaltación, quizás inconsciente, de nobles deseos.
La justicia, el temor, el dolor, la esperanza se han reivindicado con emoción y fuerza en la voz de la soprano María Camps, quien, acompañada por el potente y vibrante órgano de Santa María, en manos de Tomé Olives, ha interpretado el “Canto de la Sibila”. Y con dulzura y un punto melancólico y reflexivo se han reivindicado el amor, la fraternidad, la paz y la alegría en las voces de la Escolanía de Ciutadella.
Ni los nervios ni el viaje desde la ciudad de Poniente ni el público que llenaba la iglesia han podido con la armonía de la treintena de pequeños cantores. Bajo la dirección de Corretja Genestar y acompañada por Esperança Rotger, la Escolanía de Ciutadella ha deleitado al público con “Mad World”, “Kirie Eleison”, “And this Shall be for music”, “Et in terra pax” y el jubiloso “A festive Aleluia”- contrapunto en un repertorio esperanzador pero contenido-.
Camps se ha sumado a sus voces en un bello “El meu reiet dormirá” y en “La festa de la pau”, una pieza musical, reivindicativa y coregrafiada, en la que también han tomado parte Joana Cladera (flauta) y Albert Pons (violonchelo). Una hora escasa pero intensa de música, de cultura y tradición, preludio de unas fiestas que entran en sus días centrales.
Sintiendo el arquetipo que nos hace vivir el colectivo que somos…el canto de La Sibil.la más que un aviso tétrico del final de la historia, es una brecha abierta al tiempo que nos muestra lo eterno que llevamos dentro. ENHORABUERA a tod@s.