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Sobre las reformas educativas

Beatriz Méndez Baiges. Profesora de Formación y orientación Laboral

“Seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes, eso es la locura”.  Albert Einstein

Los docentes asistimos pasmados a las sucesivas reformas educativas a las que nos exponen los cambios de gobierno que, al fin y al cabo, no reforman nada. Eso sí, dan mucho trabajo a profesores, equipos directivos y demás implicados que tienen que adaptar toda su organización para adecuarla a nuevos nombres de asignaturas, cambios de temporalización y otros retoques superficiales.  Los diferentes gobiernos defienden sus reformas alegando mejoras en la  reducción del fracaso y del abandono escolar pero raramente consiguen el objetivo.

LOGSE (1990), LOCE (2002), LOE (2006) y ahora LOMCE (2013) ¿Es posible mantener la ilusión docente cuando los profesionales de la enseñanza dependemos totalmente de quien está en el poder?  Desde mi punto de vista tanto cambio normativo supone un profundo desgaste del docente que pierde gran parte de su tiempo e ilusión en adaptarse a cambios que pretenden mejorar los síntomas de las debilidades de nuestro sistema educativo pero que no atacan las causas.  Llegados a este punto quizás habría que plantearse si basta ya de retoques de un sistema que probablemente está exigiendo su demolición y reconstrucción.

Educación es un ámbito en perpetuo estado de cambio. No es suficiente mirar al futuro, hay que estar en él para prever el contexto que encontrarán nuestros alumnos al finalizar su formación académica.

Cuando yo estudiaba la escuela era la principal fuente de información que ponía a tu alcance un mundo por descubrir. En la actualidad nuestros alumnos llegan a las aulas con un exceso de información y solucionan cualquier duda tirando de “San Google”.  La reforma educativa tiene que aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnología y centrar sus esfuerzos en a adaptar los contenidos y sobre todo la forma de estudiarlos y presentarlos a las necesidades de un mundo conectado, en el que los alumnos disponen de todo el conocimiento

Para llevar a cabo esta reforma los docentes somos una pieza clave.  Debemos sacar provecho de las nuevas tecnologías, cambiar la forma tradicional de enseñar y ser capaces de asumir los retos actuales con nuevos métodos.  El profesor debe desarrollar más una función aclaratoria que explicativa e intentar que los alumnos cambien por completo su actitud y se conviertan en un agente activo dentro del proceso de aprendizaje, que se impliquen y se introduzcan en la materia de una forma mucho más participativa, interesada y activa.  Ya no se trata de sentarse y escuchar la lección. Se trata de buscarla, atenderla, entenderla, buscar aclaraciones, participando en un aula colaborativa y diferente.

El papel del docente requiere de una actualización permanente, que se complemente con el tiempo y con la práctica y con el mantenimiento siempre que una actitud autocrítica, que evite la consolidación de rutinas y hábitos que no se adaptan a la realidad cambiante del alumnado.

 


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