El palacio de La Almudaina acoge hoy la tradicional recepción veraniega de la Casa Real. Por segundo año consecutivo, será Felipe VI quien presida este acto, concebido como un momento distendido y relajado para tomar el pulso a la tierra donde la monarquía española pasa sus vacaciones años ha. A diferencia del año pasado, la recepción llega con buena parte de las instituciones locales y autonómicas reviradas por mor del cambio electoral tras el 24 de mayo.
Los gobiernos monolíticos han dejado paso a pactos de diferente signo, mayoritariamente de izquierdas, que aúnan a personas con sensibilidades diferentes en cuanto al modelo de Estado que la Constitución reconoce para nuestro país, muchas de las cuales que defienden de manera contundente la abolición de la monarquía. Algunas de ellas han sido invitadas a la recepción de La Almudaina y han aceptado o declinado la invitación según han considerado oportuno.
Es respetable la posición de los quienes la han rechazado por apelando a razones personales e ideológicas, y comprensible la de quienes han aludido a ‘motivos de agenda’, puesto que todo el mundo tiene sus prioridades y las hace valer a la hora de decidir dónde estará determinado día a determinada hora, sin embargo, a mi, quienes realmente me gustan son los que hacen el esfuerzo de asistir a actos como el de La Almudaina por “lealtad institucional”, una actitud que considero encomiable.
Que una persona que no cree en una institución sea capaz de poner esta lealtad por delante la coherencia personal y el interés colectivo por encima del individual, me parece realmente valioso, porque demuestra una gran actitud de servicio. Que un representante de un ayuntamiento, un consell o un gobierno sepa asumir el orden institucional al que se debe y actuar conforme al sentir mayoritario de la ciudadanía a la que representa – más cuando este sentir por lo que respecta a la monarquía no está muy claro en este momento-, y acepte una invitación como la de La Almudaina, no es signo de cobardía ni claudicación, más bien al contrario, lo es de valentía y compromiso.
Siendo todas las posturas respetables y comprensibles, más cuando se expresan de manera sensata, me quedo con la de quienes asisten a determinados actos por “lealtad institucional”, porque, a mi juicio, es desde la lealtad, la generosidad y el compromiso que la sociedad, y con ella sus instituciones, podrá encaminarse ordenadamente allá donde desee ir.
Creo que todo en esta vida se rige por normas, directrices etc. se llamen como se llamen. Ahora bien cuando uno entra jugar un partida tiene que jugar con sus normas, pues sino, no creo salga algo fructífero, y la lealtad Institucional creo que la deben a los ciudadanos, y tendrían que tenerse en cuenta su opinión, porque no nos engañemos el mejunje surgido de las elecciones no es la realidad. Ahora bien aunque no me gusta el resultado lo acato cumpliré con las normas obligadas, pero seré crítico bajo mi punto de vista. Ah y no soy monárquico, un cordial saludo
Yo creo que declinando la invitación se hace visible el rechazo a la monarquía de una parte cada vez más numerosa de la sociedad. Para mí, en la actualidad, la monarquí es una institución impuesta. Ni siquiera nos preguntaron cuando abdicó el rey Juan Carlos, si la sociedad deseaba continuar con esta fórmula de organización de estado. Los que son invitados a la recepción y no van, sin duda, me representan.