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La inapelable responsabilidad individual

Una opinión de Lola Maiques Flores

Móviles en el jaleo.
Móviles en el jaleo.

Lola Maiques Flores

Dos personas han fallecido esta semana al ser corneadas por un toro mientras grababan con su móvil el festejo en el que participaban. Leí una vez que nos habíamos vuelto “pantallistas”. Pocos momentos de nuestra vida escapan ya a la tiranía de la foto y del vídeo enganchados como estamos a los teléfonos inteligentes, que lo son, pero no tanto como para suplir nuestra inconsciencia, rayana en la inexplicable estupidez en muchas ocasiones.

Rezo por estas personas y sus familiares, y por no conocer otra noticia tan tremenda, por no encontrarme con un titular así en el marco de las fiestas menorquinas. Basta con  mirar, sin fijarse demasiado, las imágenes que ilustran los reportajes que los medios de la Isla dedican a los jaleos para convenir que ésta no es una afirmación aventurada. Como si la mezcla de aglomeración, caballos y alcohol no fuese suficiente, nos entregamos al “pantallismo” aún riesgo de olvidar que la realidad es más imprevisible que rápido el zoom de nuestro móvil.

Móviles en el jaleo.
Móviles en el jaleo.

La realidad es tan imprevisible que aunque no estemos distraídos con el móvil podemos vernos arrollados por una motora que no nos ve mientras vamos en kayak o buceamos, o caernos de un acantilado o un ‘replà’, por poner dos ejemplos desgraciadamente recientes. La realidad es imprevisible, escapa indómita a nuestro control, pero existe una responsabilidad individual que es inapelable y que, con frecuencia, por inconsciencia o exceso de confianza, rehuimos, lo que puede tener consecuencias graves para nosotros mismos y/o para terceras personas.

Es indudable que hay que exigir a la Administración y a las empresas que extremen el celo y las precauciones cuando organicen las más variadas actividades. Es indudable que si existen mecanismos de control, éstos han de funcionar a la perfección y que el incumplimiento de las normas ha de perseguirse y sancionarse, pero todas las precauciones, los controles y las multas serán insuficientes si, además, cada uno no pone de su parte.

Se cae de puro obvio, lo sé, pero también se cae de puro obvio que si la velocidad de los coches y las embarcaciones está limitada en según que circunstancias por algo será, que si hay una señal que prohíbe o advierte de la peligrosidad de lanzarse al mar desde unas rocas por algo será, o que si nos dicen que un jaleo o unos ‘bous al carrer’ son peligrosos por algo será. Será no, es, y no debería ser necesario un titular, un policía, un guardia civil o un socorrista para recordárnoslo, como no debería ser necesario recordar que el sentido común y el respeto son tan importantes (o más)  como las normas y las prohibiciones a la hora de enfrentarnos a nuestro día a día.

 

 

 

 


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