Desde que, a primera hora de la mañana, el Camí des Castell ha acogido el tradicional ‘berenar de caixers‘, el centro de Maó no ha dejado de llenarse de personas deseosas de vivir las fiestas de Maó.
Las primeras horas de la tarde han sido para los más pequeños, maravillados e ilusionados por ver a los gigantes y bailar al ritmo de la banda Cap de Fibló, a medida que el sol se ha ido escondiendo, los jóvenes, y no tan jóvenes, ha cobrado protagonismo.
Con más o menos ‘atrezzo’, la sonrisa como mejor atuendo y vasito, vaso o botella en la mano, son muchos los que recorren las calles céntricas a la espera que la bulla se concentre en la plaza Constitución para el jaleo que, aviso, lleva un poco de retraso.