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Los mitos sobre el autismo

Se da un caso cada 68 niños en los colegios de EEUU


Los trastornos mentales son algo muy complicado para el campo de la medicina. La complejidad del cerebro y la mente humana hace que estudiarlos sea muy laborioso y a pesar de que la ciencia y la medicina se esfuerzan en avanzar en este terreno el progreso es lento. De entre todos los trastornos psicológicos, uno de los más conocidos es el autismo. Al tratarse de un trastorno de difícil tratamiento es importante acudir a expertos para la rehabilitación del habla en los trastornos del espectro autista, como los logopedas especialistas del Centro López de Fez en Valencia.

Sin embargo, a pesar de su popularidad, existen algunos mitos sobre el autismo que en realidad distan mucho de ser reales, o simplemente se han tergiversado:

El autismo era algo muy poco frecuente hace unos años, pero hoy en día es más habitual

Eso no es del todo cierto, puesto que esa afirmación implica que el número de personas que sufren autismo ha aumentado. La realidad es que hace unos años, en concreto hasta la década de los años 80, lo que se conoce como “espectro autista” no existía, por lo que a muchas personas que hoy en día serían diagnosticadas como autistas no fueron diagnosticadas como tales. Un ejemplo muy claro es el hecho de que hasta finales del siglo XX muchos psicólogos consideraban que las niñas no podían padecer autismo, por lo que cualquier caso femenino que presentara algún tipo de síntoma de autismo era descartado rápidamente en favor de otro trastorno.

Un dato muy significativo sobre la efectividad del espectro autista es que en 1970 en Estados Unidos la media de niños autistas en los colegios era de uno entre 10.000, mientras que este último año se ha registrado una media de uno entre 68.

La gente que sufre autismo carece de empatía

Desde hace tiempo se ha representado en todos los ámbitos de la cultura a los autistas como robots: personas carentes de emociones que no pueden empatizar con las personas que les rodean. Un artículo sobre el síndrome de Asperger del año 1990 definía a los autistas como “personas crueles y sin corazón”, y afirmaba que el síndrome de Asperger es “la plaga de aquellos incapaces de sentir”.

Sin embargo, muchos estudios han demostrado que los autistas no sólo pueden sentir emociones, sino que además suelen tener una gran consideración por las emociones y sentimientos de las personas que les rodean, pero tienen una gran dificultad a la hora de interpretar señales sociales (expresión facial, tono de voz, etc.) o expresar sus propios sentimientos. Como consecuencia de este falso mito, los autistas han sufrido una mala reputación a ojos de la opinión pública durante muchos años, que les consideró personas peligrosas e incluso se llegó a relacionar al autismo con los asesinos.

 


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