Hay personas que son como un regalo elegido con todo el cariño, personas que evocan raíces y sueños, capaces de asentarnos en nuestras convicciones y alimentar la esperanza de que es posible crecer personal y profesionalmente arraigados en ellas.
A buen seguro conoce alguna de estas personas, incluso, la tiene en su vida como una presencia constante aunque las circunstancias impongan, en ocasiones, cierta intermitencia. Personas que no representan un papel protagonista en la película de su vida pero que acaban revelándose como el secundario sin el cual la historia no acaba de fluir.
Quizá la mujer que le atiende en el mercado, quien le vende el periódico o el pan, la vecina que siempre le saluda con un cálido “buenos días” y su mejor sonrisa, el notario al que acude muy de tanto en tanto, su médico, un profesor, el profesional que le apoyó en sus inicios, un empresario amigo. Personas sencillas o ampliamente instruidas, pero también cercanas y humildes, con su sabiduría tierna y respetuosa.
Personas que están ahí aunque no les “tocaría”, que saben escuchar sin juzgar y tienen siempre la palabra precisa, mesurada y reflexiva, que nos ayuda a enfrentar las cosas, o la posibilidad de echarnos un cable inesperado que nos resuelve el problema que tanto nos agobia. Es afortunado quien tiene en su vida alguna de estas personas, o varias.
Recientemente, me he encontrado con una de estas personas, un encuentro con preguntas y respuestas como siempre reconfortantes, que, en una especie de costumbre no escrita, ha acabado con la entrega de un pequeño detalle. “Hay confianza, no tienes obligación”, me ha vuelto a decir, dejándome, como cada vez, un poco cohibida, y con ganas de contestarle que lo sé.
Con ganas de decir en voz alta lo que ambos sabemos, que quien tiene una deferencia con personas como ella no lo hace por obligación sino porque la aprecia y es consciente de que no hay libros escritos ni música compuesta ni flores ni bombones o vinos que compensen la sensación de saber que puedes contar con ellas, la gratitud porque evoquen raíces y sueños.