Las urnas en Cataluña y España han dado órdenes explícitas pero solo aptas para valientes y, por tanto, no estamos hablando ni de Sánchez, ni de Rivera ni de Iglesias, hasta el momento, y mucho menos de Rajoy. Los cuatro tienen a sus partidos pendientes del menor de sus gestos y, a su vez, cualquiera de sus grupos tiene la llave para respetar la voluntad general y convertirla en política, el principal compromiso que asumieron. Veamos.
Rajoy, Rivera, Sánchez o Iglesias. Con que uno solo de ellos osara cambiar en Barcelona facilitaría un Gobierno de Más muy condicionado a lo que los cuatro dicen desear, que no se vayan. Menor tensión por el Nordeste.
Sánchez, Rivera, Iglesias y los nacionalistas. Que alguno se abstenga o pacte con inteligencia para condenar a “la lista más votada” a gobernar en precario, que es lo único que las urnas le han concedido. A favor remará la Justicia acosando al PP sin parar y mantendrán el control del Congreso para forzar una moción de censura en cuanto quieran. La derecha ya no sería nunca más la misma. Victoria de una sola contra las dos Españas.
Ambas operaciones debilitarían tanto a Más como a Rajoy, pues si no se atrevieran a gobernar con molestias serían los únicos responsables, y quizás perdedores, de unas nuevas elecciones que nadie confiesa preferir. Pero no, para los cuatro calculadores pero cobardes es más divertido dibujar líneas rojas en el aire, aunque las nieguen o se las inventen, mientras juegan con la ventaja de saber que los contribuyentes se tienen que conformar con sacarles los colores hasta las próximas elecciones. Pues sí ellos no se atreven, que los que pagan no se rindan.
Domingo Sanz
Lic. CC. Políticas UC Madrid (Esporles)