Era un match-ball. Una final anticipada. Y, tal y cómo ha ocurrido en este tipo de envites durante toda la temporada, el Real Madrid ha dado la cara ante el Khimki y ha alcanzado el TOP-8 de la Euroliga. No era tarea fácil, los rusos son un trasatlántico comandado por Alexey Shevd -el jugador mejor pagado del Viejo Continente-, Tyrese Ryce -un base de triste recuerdo madridista por su partidazo en una reciente final contra el Maccabi– o el ex-ACB James Augustine. Sin embargo, poco han podido hacer ante el vendaval blanco. El equipo madridista ha protagonizado uno de los encuentros más completos del año.
El equipo de Sergi Llull tenía que ganar para seguir vivo en la máxima competición europea y desde un primer momento se ha visto un conjunto agresivo. Contundente por dentro y fuera. El playmaker menorquín ya mostraba sus cartas con un robo y mate cuando solo habían pasado 90 segundos. Y volvía a aparecer en este primer cuarto con dos triples seguidos que aupaban a su equipo. Gracias a sus canastas y a las de Felipe Reyes, Rudy Fernández, Jaycee Carroll y Sergi Rodríguez el Real Madrid firmaba un casi impecable 8/10 desde el 6,75 en los primeros diez minutos y se marchaba con una ventaja de cinco puntos (33-28). El khimki se sostenía en un individualista Ryce que metía todo lo que tiraba. Aún había mucho por sudar.
En el segundo cuarto la segunda unidad mantenía el tipo, con un enrachado Carroll que contrarrestaba al jugón americano del Khimki. Willy Hernangómez y Andrés Nocioni endurecían la pintura y el equipo local llegaba a réditos de +12. Sin embargo, al descanso se llegaba con una ventaja similar a la del primer cuarto (54-49 para los blancos).
Pablo Laso avisaba entonces que la defensa sobre Ryce era clave y no dudó a la hora de elegir al jugador que debía encargarse de este trabajo: Llull. El de Maó mostraba sus cartas con un tapón en zona exterior y los locales llegaban a una superioridad de 10 puntos gracias a un 5-0 de inicio. El base menorquín volvía a enchufar desde fuera y las ventajas ya rondaban los 14 puntos. Sin embargo, el punto de mira madridista se desenfocaba y el Khimki achicaba aguas. El marcador al finalizar el tercer periodo era de 66-58. Hacía falta un último estirón.
Y vaya que si lo hubo. Los pívots blancos salían a todas las ayudas contra Ryce y el conjunto visitante se veía desbordado. Las ventajas superaban los 10 puntos -con una máxima de +17- y todo estaba vendido en los momentos finales. El marcador al final fue de 83-70 y ahora espera una dura serie contra el temido Fenerbahce de Obradovic, Vesely o Datome.
Tras una tortuosa primera parte de la temporada, el Real Madrid parece haber recobrado la velocidad de crucero de la temporada pasada. Todos los jugadores clave están sanos. Ahora es el momento de apretar los dientes.
@jlgllagues