La voluble fortuna se ha puesto esta noche del lado del “Cor Illa de Menorca” y del millar de personas que han acudido a La Fortaleza de la Mola de Maó para disfrutar de “Carmina Burana”, la cantata escénica de Carl Orff que contrapone los designios del destino al goce de los placeres mundanos.
El tránsito musical, vocal y coreográfico por la sensualidad, el hedonismo, el amor y la juventud, esa suerte de ‘carpe diem’ tejido por el compositor alemán, ha sido posible gracias al centenar de personas que la producción del Cor Illa de Menorca ha conjuntado sobre el escenario entre solistas, cantantes, bailarinas y músicos.
La velada ha comenzado con la orquesta sinfónica dirigida por Antoni Pons Morlà que ha ofrecido las vivaces y coloristas “Danzas hungaresas 4, 5 y 6” de J. Brahms, aperitivo rico y sugerente para dar paso a la obra cumbre de Carl Orff, protagonista indiscutible de uno de los conciertos destacados de la actual temporada estival.
El reto lo ha vuelto a asumir -y a superar con creces- el Cor Illa de Menorca bajo la dirección de Martina Garriga, con la complicidad los solistas María Camps (soprano) y Paulino Maria y Jaume Gelabert (barítonos), un coro infantil y el ballet de Alba Estudi de Dansa, que ha contado con la colaboración del maestro Enric Castan.
Con punto de partida y de llegada en el arrebatado y espléndido ‘O Fortuna’, “Carmina Burana” ha regalado al público su ecléctico recorrido por una veintena de poemas latinos medievales, un recorrido trufado de música, voz y danza, en el que la contundencia del coro ha arropado a los solistas, con una envolvente María Camps a la cabeza.
El más que idóneo Hornabeque del enclave portuario, una propuesta escenográfica (Jeroni Comellas y Frans Mercadal), de iluminación (Pere Fiol) y de vestuario (Mireia Costa) sencilla pero eficaz, y una noche tibia, bajo cielo salpicado de estrellas, han contribuido al éxito de esta nueva visita de “Carmina Burana” a la programación cultural menorquina.