Escribí una vez que la de periodista era la profesión más rica del mundo, una riqueza que en nada tiene que ver con las circunstancias y las condiciones económicas que rodean su desempeño. Diría que lo que engancha de esta profesión es el privilegio de poder escuchar infinitas voces, de asomarse a la realidad desde diferentes ángulos y de compartir su análisis con personas extraordinarias.
Mario Delgado Barrio era una de esas personas extraordinarias. Extraordinaria en su bondad y su sencillez, en esa sabiduría vital tan amplia y tan “de estar por casa”, si se me permite la expresión. Con Mario podías hablar de cualquier cosa y siempre era grato, y si te adentrabas en los temas que más le gustaban -el deporte, el cine clásico- la conversación ganaba enteros a medida que avanzaban los minutos.
Después de coincidir en el “Menorca”, medio del que fue asiduo colaborador, tuvimos la auténtica fortuna de “ficharlo” para “Nura”, programa cultural de IB3 Radio en el que participé entre enero y julio de este año. Mario se avino a intervenir semanalmente en una sección, ‘Fotogrames de Cinema Clàssic’, que se convirtió en una de las más queridas por nuestros oyentes.
Todo el mérito suyo, por supuesto. De sus conocimientos, de sus anécdotas sobre películas que vio decenas de veces- algunas de ellas, desafiando la censura, disfrazado o quemando algún que otro kilómetro-, de la emoción incontenible que le embargaba al escuchar alguna banda sonora (y que nos contagiaba inevitablemente) o narrar todos los pormenores de las joyas que nos traía cada semana.
Disfrutábamos en el estudio, disfrutábamos en los momentos previos y posteriores, como seguro que disfrutaron todos los que tuvieron la suerte de colaborar con él en los diferentes proyectos en los que se implicó. En “Nura” sabíamos que tener a Mario era un regalo y a mi, que le eché el gancho para que se sumase al programa, se me quedó pendiente comentarle que no seguiría en la nueva temporada.
Aplacé un café para darle las gracias por los minutos que compartimos en el estudio de IB3 o en la redacción de “Es Diari”, por las veces que hablamos por teléfono o nos encontramos por la calle, por ser una de las voces por las que merece la pena romper mi “silencio periodístico”. No me lo tengas en cuenta, Mario, y recibe mi gratitud desde tu cielo de césped o de celuloide.