La primera película que escapa (poco) de la línea argumental de la saga de Star Wars contentó este jueves a los seguidores acérrimos de la franquicia que se congregaron en los cines de Maó para presenciar su estreno en dos o tres dimensiones. El film, que se anunciaba como una ampliación del universo de la franquicia, tiene más bien poco de spin off para convertirse en un magnífico prólogo de lo que es el Episodio IV “Una nueva esperanza”, la primera de las películas de la saga que se estrenó en España en el ya lejano 1977.
Partiendo de elementos que aparecen en las famosas letras con las que se inician los episodios de Star Wars, pequeños comentarios de “Una nueva esperanza” e incluso de la novela “El ojo de la mente”, el director Graeth Edwards monta un film sin fisuras. Los personajes no son simplemente buenos o malos, todos tienen matices, y los teóricos héroes no siempre actúan como lo harían unos paladines como los jedi. Ahí está Diego Luna como Cassian Andor.
La trama argumental no es un continuo homenaje a la saga como ocurría en buena parte del metraje del Episodio VII. Aparecen viejos conocidos, pero sin forzar la situación en cada secuencia. Una vez más, como ocurre a lo largo de toda la saga la relación paterno-filial juega un papel central.
Las escenas de combate son ágiles, bien elaboradas con un montaje dinámico y no se limitan a un sinfín de explosiones a cual más grande (y eso que hay unas cuantas detonaciones fuertes sin entrar en más detalles).
Sorprende ver como actores de hoy asumen roles de personajes que aparecen el la primera trilogía sin que apenas se note el cambio…si es que alguien lo detecta. En algunos casos incluso tienen que sustituir a intérpretes ya fallecidos y lo pasan con nota. mención especial para algunos CGI que permiten recuperar la cara de actores con 40 años menos. Y también agrada ver como Disney la acierta con los secundarios olvidando arquetipos como Jar Jar Binks para dar cancha a otros que quedarán para el recuerdo de los seguidores de la saga como es el caso del robot K-2S0
Sí se echa en falta la partitura de John Williams. Se la intuye por momentos pero Michael Giacchino, compositor de esta BSO se limita a cumplir sin brillar a la altura de como sí lo hizo con “Los Increíbles” o las sagas Star Trek o Misión Imposible, por citar unos ejemplos.
El film se construye en base a una gran tragedia griega a la que los personajes se asoman sin poder escapar de su destino. Un gran final (que no lo es ni por las escenas bélicas ni por la aparición del último personaje que habla) sino por como se llega en el climax deja a todos los seguidores de la saga más que satisfechos y con ganas de que pasen pronto los meses para ver el Episodio VIII. Deberán hilar fino en el producto final para mantener el listón que ha dejado “Rogue One”. Más complicado se aventura el siguiente spin off que se centrará en un joven contrabandista coreliano. Hacer creer que otro actor que no sea Harrison Ford puede asumir el papel de Han Solo parece muy complicado