Cuando una persona viene a Menorca el mes de abril buscando un piso, ¿hay que alquilárselo a un precio diferente si es un turista o un trabajador que viene a hacer la temporada? Parece evidente que no debería ser así. Pero en la realidad sí que hay quien mide con diferente vara. Mientras parece que tiene sentido tarifar diferente por un apartamento en primera línea de mar o un piso urbano, las sombras que hay en la legislación actual están haciendo que se cobre el precio de la vivienda por término medio más caro, indistintamente de la condición del que lo alquila.
El efecto que se advertía el verano pasado en Ibiza, donde se daba el caso de trabajadores con una buena nómina que se la fundían en tener un techo, podría empezar a pasar en Menorca.
La gerente de ASHOME, Azucena Jiménez, explicaba que la oferta de pisos en la isla era muy baja (unos 70 pisos) y que se reducía a pasos agigantados así como se acerca la temporada estival por la demanda por parte de trabajadores del sector que buscan dónde alojarse mientras vienen a hacer la temporada. Jiménez pidió las mismas reglas del juego para todo el mundo en materia de regulación de viviendas vacacionales, dentro o fuera del entorno urbano. Y se sorprendió de la reacción del ayuntamiento de Palma que hace unos días anunció que restringiría totalmente el alquiler vacacional en su municipio.
La incidencia de empresas como Airbnb, que suponen -según Jiménez- un canal más de comercialización turística, debería animar a la administración a regular mejor y a actuar más rápido para garantizar las mismas condiciones a todos en este tema.