El problema es complejo. Según Marcelino Hernández, presidente de la Asociación de empresas forestales de Menorca ASEFOME, en la mayoría de zonas donde hay árboles caídos no es fácil acceder. La segunda cuestión es que no hay aserradoras como para atender tanto trabajo. Luego también cuenta el factor tiempo porque Hernández asegura que en unos días las plagas o los insectos acuden al árbol caído para conseguir cobijo o alimento, lo que resta cualquier posibilidad de aprovechar la leña para ningún otro uso que sea el convertirlo en combustible de chimenea.
Sobre todo, Hernández comentaba con extrañeza que nadie se hubiera puesto en contacto con ellos en el primer momento, cuando se hubiera podido coordinar mejor alguna acción conjunta entre los medios disponibles para retirar primero y aprovechar la madera después. La madera de pino tiene muchos usos, empezando por el de la construcción o la carpintería para muebles.
Si los trabajos para retirar los árboles caídos se demoran, puede haber un polvorín en la zona boscosa por la que pasaron los tornados puesto que un grupo de árboles secos son fácil presa de las llamas.