Algo no va bien. Si los docentes alertan de los bandazos que da el sistema educativo a merced de los cambios políticos y si los datos de fracaso escolar lo corroboran, algo no va bien. La propia comunidad educativa de Menorca, cuando los recortes amenazaban la salud de la educación pública, a la par con una política de trilingüismo forzada, se puso a debatir una regeneración interna. Así salieron iniciativas como Menorca Edu21.
Más allá, en el amplio debate que buscaba un consenso, se fueron a buscar fórmulas distintas y alguien encontró una propuesta denominada Escuela Activa que ofrece un cambio de paradigma. Puede parecer una alternativa muy rompedora con el sistema actual, pero parece partir de una buena base. Una escuela activa se caracteriza en que los maestros son acompañantes de los niños en su proceso de aprendizaje, respetando su ritmo e intereses. Por tanto, una Educación Activa propicia en cada niño el desarrollo de sus capacidades personales al máximo, para integrarse a la sociedad y aportar lo valioso de su individualidad para transformarla.
En este concepto están comprendidos dos aspectos: el de la información o instrucción académica, y el de la formación de hábitos y actitudes con base en una escala de valores. La Escuela Activa es la escuela de la acción, del trabajo de los alumnos guiados por el maestro. Son ellos quienes investigan y procesan la información, responsabilizándose conjuntamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Este viernes se hizo la presentación de AMEA, la asociación menorquina de este tipo de educación. Para ello tres ponentes fueron invitados, explicando los casos reales en los que están trabajando; con aulas que no se consideran “clases” al uso, con ausencia de materias concretas. El día comienza con una asamblea y también acaba así. Se plantean los tema de interés a tratar y en los que trabajar y el profesor acompaña a los niños para conseguir ese fin.