En los últimos años se ha analizado el agua del subsuelo de Menorca por el incremento de la presencia de nitratos. Pero en el agua hay otros muchos elementos.
En los análisis del agua se tienen en consideración aspectos físicos, químicos, biológicos y de gases disueltos. Un agua bien tratada evita los peligros para la salud pero hemos tomado tanto en consideración la presencia de exceso de sal (pozos de Ciutadella) y la presencia de nitratos (en la zona del levante insular) que casi no se habla de la presencia de otros elementos.
La cal no es perjudicial para la salud, pero sí que afecta en otros sentidos. Los electrodomésticos que utilizan agua del grifo en cualquiera de sus fases están sometidos a acumular iones de calcio y magnesio provocando capas de residuo calcáreo que pueden estropear los aparatos. Pero, aun en el caso de que estos sigan funcionando, pueden suponer un aumento del consumo energético del 40%. En la factura de la luz, eso se refleja de manera clara.
Las dificultades de limpieza en un hogar con agua dura (con grandes concentraciones de cal) no se aprecian hasta que no se padecen. Donde quiera que corra el agua, se van depositando gradualmente trazas de calcio y magnesio, que a medida que cristalizan, van formando una capa de color blanco que, poco a poco, forman una especie de gránulos de piedra dura. El tiempo es un factor que corre en contra puesto que luego será más difícil será eliminarla. Los primeros síntomas de grandes concentraciones de cal pueden aparecer en la grifería de la cocina y del baño, que irán perdiendo su brillo original. Los cristales son menos transparentes y los azulejos aparecen cubiertos por una especie de capa blanquezina. El agua fluirá de forma más irregular, como si los grifos se estuvieran atascando gradualmente. Y, de hecho, así es. La prueba es fácil de hacer. Aquellos grifos que tienen difusores desmontables acumulan esas piedrecillas de cal en la red o malla de contención.
Otro efecto claro es que resulta más difícil lavar; El jabón no consigue hacer espuma y deja rastros sobre las superficies. Algunos detergentes son menos eficaces cuando se lava en agua dura, lo que hace que la ropa parezca (y esté) sucia incluso después de lavarse, al igual que las cristalerías y las cuberterías. Y ahora entramos en la parte en la que indirectamente sí afecta a nuestra salud: Puede provocar que la piel sensible se reseque y se irrite.
Si el agua dura se calienta más de 55 ° C y se deja en reposo, los minerales disueltos en ella se solidifican cuando la humedad se evapora, obstruyendo todos aquellos conductos por los que circule y causando así un problema serio en el hogar. Hemos consultado algunos artículos de estudios sobre la materia que concluyen que el agua dura contiene un promedio de 300 mg de minerales disueltos por litro, por lo que una familia de cuatro personas podría acumular hasta 70 kg de cal en un año en sus tuberías. La cal afecta a electrodomésticos como la caldera, la lavadora y el lavavajillas, haciéndolos menos eficientes energéticamente. Aquí unos datos que lo corroboran; Un recubrimiento de 1,6 mm de cal en una caldera puede disminuir su eficacia hasta un 12%, lo que equivaldría a la pérdida de unos 6.000 euros anuales en valor energético. Estas mismas investigaciones han demostrado que 6 mm de cal pueden reducir la eficiencia energética en un 40%; y en una zona de agua moderadamente dura como Menorca, 6 mm de cal se pueden formar en las tuberías en tan solo 2 años. Todo esto se traduce en muchos euros que se gastan cada año en facturas de energía, pérdida de producción y la renovación de equipos.
No menos preocupante este otro dato que afecta a la salud: Las bacterias, incluyendo la Legionella pneumophila, proliferan en los sistemas de agua con cal moderada, en particular en sistemas en los que esta evita que el agua alcance la temperatura suficiente para evitar la proliferación de microorganismos perniciosos para la salud humana.