La Ley de Accesibilidad Universal de Baleares ha sido celebrada por colectivos y aprobada por unanimidad en el Parlament. Fija sanciones de 300 euros para las faltas leves y de hasta 300.000 para las consideradas graves. El Govern calcula que en las Islas viven unas 68.000 personas con algún tipo de discapacidad. Sobre la nueva ley, mallorcadiario.com ha hablado con Matías Bosch, el presidente en Balears de PREDIF, una entidad sin ánimo de lucro de ámbito nacional en activo desde hace más de tres décadas y que representa a casi 100.000 personas.
Todo el mundo coincide en que la Ley de Accesibilidad es una buena ley, pero: ¿qué ha fallado en nuestra sociedad para que tengamos que recurrir a las multas para garantizar los accesos a las personas con discapacidad a algo tan normal como, por ejemplo, un restaurante?
Eso mismo me pregunto yo. ¿Qué ha pasado que existía una ley y nadie la cumplía? Piense que la ley anterior es del año 1993, que se dio una moratoria de quince años para cumplirla. Han pasado casi 25 años y todo sigue igual. La única solución que quedaba era asustar un poco a la gente. Hasta ahora, si yo veía un incumplimiento de la ley tenía que contratar un abogado, un procurador, ir a un juzgado y denunciarlo, lo que salía carísimo.
Desde luego no es lo mismo y no quiero establecer una analogía, pero lo cierto es que muchas personas se dan cuenta de las barreras arquitectónicas cuando son padres y llevan a sus hijos en un carrito de bebé. Luego se nos olvida.
Está claro, ahí nos damos cuenta de lo que son las barreras arquitectónicas y de las dificultades que suponen. Mire, a veces hablo con conocidos que han tenido un problema o los han operado de una pierna o de un brazo y tienen que ir en silla de ruedas. Es entonces cuando se dan cuenta de todo lo que yo les contaba y habían olvidado.
¿Deberíamos vivir un día sentados en una silla de ruedas?
Yo no soy tan benévolo como usted. Cuando me encuentro con alguien que no entiende lo que supone una discapacidad lo que le recomiendo es que viva un mes sentado en una silla de ruedas. Entonces, ya vería lo que es.
¿Qué dificultades se encuentra una persona con discapacidad física en el día a día?
Ya se lo puede imaginar, lo que sucede es que la gente es más o menos consciente aunque siempre digo que la barrera arquitectónica más importante con la que nos encontramos es la sociedad. Es la propia sociedad la que impide que la disfrutemos. Le pongo un ejemplo: vas por la calle, tienes que bajar de la acera por un rebaje y te encuentras un coche aparcado. De nada ha servido el trabajo del Ayuntamiento para rebajar este escalón. Otro ejemplo… Voy por la acera y me topo con la típica persona que va wassapeando o mirando el móvil y al final soy yo el que se tiene que apartar para no chocar con él. Este no es un tema de escalones o barreras, es un tema de conciencia ciudadana.
Tendemos a simplificar las cosas y a pensar que los discapacitados son pensionistas cuando muchos de ellos trabajan, son empresarios, pagan sus impuestos como cualquier ciudadano. ¿Perciben el retorno de sus impuestos como cualquier otro ciudadano?
Yo soy discapacitado desde los cuatro años. He vivido la dureza de ir al colegio y la dureza de los niños, la pubertad, la adolescencia… Yo siempre digo lo mismo: a la hora de declarar a Hacienda tengo que pagar lo mismo que cualquier ciudadano, por eso quiero los mismos derechos de todo el mundo. Le voy a decir, entre comillas, que no me considero discapacitado. Yo soy una persona que circula en silla de ruedas, lo que está discapacitado es el entorno que nos rodea. Si no existieran todas esas barreras yo no sería tan discapacitado.
Le pongo un ejemplo. Cuando voy al cine, en algunas salas, veo que hay un espacio para personas con silla de ruedas. Están en una zona, a pie de pantalla, que hace muy incómodo ver una película…
En esas salas tengo que estar como un gorila en una jaula y cuando acaba la película tengo el cuello destrozado. Esto no es igualdad a la hora de ir al cine. Yo, de hecho, no voy al cine porque la sala que mejor está acondicionada aún está fatal.
Eso le quería preguntar, ¿son adecuadas las medidas de accesibilidad que se adoptan en los locales públicos?
No, por eso las asociaciones nos hemos implicado en la ley, de hecho el 90 por ciento del texto es nuestro. Tuvimos que hacerlo porque la ley antigua solo habla de suprimir barreras arquitectónicas y necesitábamos una nueva que recogiera las necesidades de personas sordas o ciegas que tienen tantos derechos como nosotros. Ahora en el reglamento de la ley se desarrollarán cuestiones relativas a la idoneidad de las medidas. Piense que lo que nos pareció un gran logro en 1993, hoy no lo es tanto, hay que cambiar una serie de cosas que no estaban contempladas. De hecho, el reglamento está casi listo. Solo faltan cuatro pinceladas.
¿Necesita una dotación económica la ley para aplicarse?
No, no es necesario. La ley anterior, recuerdo, entró en vigor en el año 1993 y fijó una moratoria de quince años para que los locales se adaptaran y eliminaran las barreras arquitectónicas. Todo lo nuevo que se hiciera ya debía estar adaptado. Lo que sucede es que todo lo que se ha hecho nuevo incumple la ley. No sé qué tipo de ayuda o subvención hay que dar. El que no se ha adaptado en todo este tiempo es porque no ha querido.
Hemos hablado de los espacios privados. ¿Qué hay de los público?
En Palma, aún con todos los problemas, estamos de lujo. La situación es mucho más complicada en los pueblos. Hay discapacitados en los pueblos que no pueden salir de su casa porque las aceras son pequeñas, no hay rebajes, los comercios y lugares públicos y los comercios no están adaptados, empezando por el ayuntamiento… No pedimos que todo se arregle mañana, pero sí que los ayuntamientos elaboren un plan que poco a poco se pueda llevar a cabo.
Usted por ejemplo ha volado en una avión sin motor, en un velero. Conozco a personas que superan la discapacidad haciendo carrovelismo… Muchas personas siguen pensando que un discapacitado no puede hacer nada. ¿Dónde está el límite?
Se puede hacer cualquier cosa, el límite lo pone cada uno. Yo he hecho todo lo que he podido y más: pesca submarina, volar en un velero, carreras de rally… Usted tendrá un límite y yo tendré otro. Yo tengo derecho a intentarlo. Sé que no puedo subir al Everest que o me tendrán que ayudar. Posiblemente usted tampoco pueda escalar el Everest.
Eso se lo aseguro.
La discapacidad es muy relativa. ¿Discapacitado respecto a qué? Yo estoy discapacitado para correr 100 metros respecto a usted como usted lo está para correrlos frente a Usain Bolt.