La dificultad para acceder a una vivienda en Menorca se refleja en las peticiones de ayuda a Càritas por este tema. El uso de los pisos sociales que el ente diocesano gestiona en Maó y Ciutadella con un total de 24 plazas ya ha alcanzado las cifras de todo el año anterior cuando aún quedan seis semanas al 2017. En este año ya se contabilizan 25 personas que son apenas una menos que en todo el año anterior. Pero a este año aún le restan seis semanas.
Por otro lado las consultas sobre el tema de la vivienda y las demandas de algún tipo de ayuda se han disparado. Si en 2015 sólo hubo 50, este año ya se ha triplicado esta cantidad y se alcanzan los 153. Unos precios prohibitivos para la compra y unos alquileres en aumento debido al uso turístico que se hace del parque de viviendas vacías dificulta poder tener un techo en condiciones a muchas familias.
Para el portavoz del ente diocesano, Guillem Ferrer, resulta chocante que con el panorama actual las administraciones prioricen plazas de viviendas de lujo “cuando las personas que les deberían atender en sus trabajos no pueden tener ni una casa en condiciones”.
El perfil de usuario de estos pisos sociales es el de un hombre de 45 años y nacionalidad española. Son personas solas que acostumbran a utilizar el piso social durante un año de media.
Ferrer añadió que desde Cáritas se ofrecen servicios de higiene, lavandería y otros aspectos que parecen normales para la mayoría de viviendas pero que no lo son para un buen número de menorquines. “Aquí intentamos darles sobre todo dignidad y evitar que el problema de acceso a la vivienda les lleve a sufrir otros derivados de éste” explicó Ferrer.