Cuando las emociones negativas (ira, rabia) son muy intensas y nos abruman, pueden provocar fuertes sentimientos de odio, tristeza, ansiedad, que a su vez afectan a nuestros pensamientos y nuestros comportamientos. Acaban tiñendo toda nuestra visión del mundo y nuestra forma de estar en él. Según el caso o el grado, pueden afectar a aspectos de nuestra salud física.
Es fácil de entender. Nuestro cuerpo reacciona según la forma de sentir, pensar y actuar de cada uno de nosotros. Supongamos que tenemos un problema laboral o afectivo por el que nos sentimos muy estresados, ansiosos, enfadados o tristes. Si estos sentimientos se intensifican excesivamente y se prolongan mucho en el tiempo, es muy probable que nuestro cuerpo reaccione y genere lo que se denomina la respuesta al estrés.
Así, la aparición de un herpes labial, jaquecas, una presión arterial elevada o una úlcera estomacal es, con frecuencia, la consecuencia de la vivencia de un fuerte estrés. Esto se explica por aquella máxima de “mens sana in corpore sano“, que es algo que funciona en ambos sentidos.
Las personas que tienen una buena salud emocional son aquellas que mantienen una armonía entre lo que piensan, lo que sienten y lo que hacen. Son personas que se sienten bien consigo mismas y que establecen relaciones positivas con su entorno. Esta capacidad relacional para entablar y mantener buenos vínculos con los demás es de suma importancia para determinar el grado de salud psíquica del que goza alguien.
Las personas emocionalmente sanas no pierden el control sobre sus sentimientos, pensamientos y comportamientos.
El taller que celebra Cositas de mamis en S’Hort de Sant Patrici de Ferreries quiere ayudar a los asistentes a mejorar su condición vital en base a identificar, asumir y actuar sobre algunos principios (incluso algunos que se aportan desde la sabiduría índia) para conseguir mejoras notables en su salud emocional.