Durante los años 2016 y 2017 se detectaron un total de 161 aves muertas por electrocución en tendidos eléctricos de la Reserva de la Biosfera, según datos de un estudio específico del Consell Insular presentado por el conseller de Medi Ambient, Javier Ares, y la directora insular de la Reserva, Irene Estaún.
Según el estudio, durante ese periodo las especies más afectadas por los tendidos son el cuervo, con un 48 por cientos de las muertes cuantificadas, la gaviota camagroga, con un 22 por ciento, el soter, con un 9 por ciento y el milano real, con un 3 por ciento.
El informe, elaborado a partir de los datos aportados por ocho instituciones y asociaciones, se basa en el control de 13 de las 28 líneas eléctricas que hay en la Isla, revisándose 3.772 soportes eléctricos correspondientes a 312 kilómetros en 112 jornadas de trabajo.
Cabe resaltar que hay líneas con una alta peligrosidad, con hasta 30 aves muertas por cada 100 soportes eléctricos, como son la de la Mola Maó o la llamada Mediterráneo 1, mientras que otras no provocan mortalidad. De estos datos se deduce que el 6,5 por ciento de dichos soportes, los considerados de “alta peligrosidad” ha provocado el 51 por ciento de las muertes de aves.
Según los autores esta alta tasa de mortalidad se debe al deterioro de las medidas de aislamiento que se realizaron hace unos años, por lo que proponen actuaciones en ese 6,5 por ciento de postes para reducir más de un 50 por ciento el índice de aves muertas.