Gabriel Escarrer Jaume es vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International, una de las principales compañías hoteleras en todo el mundo, con sede en Mallorca. Con más de 370 hoteles repartidos por 43 países de 4 continentes, la compañía lidera el sector en España y su máximo ejecutivo se sienta con mallorcadiario para analizar los principales aspectos de una industria capital para España, y muy especialmente para Baleares. Proyectos, inversiones, medio ambiente, política turística… Escarrer repasa un amplio catálogo de cuestiones de actualidad que inciden directamente en su negocio pero también en los aspectos más cotidianos de nuestra comunidad. Gabriel Escarrer inaugura la sección “El turismo que viene” en la que semanalmente las principales voces autorizadas del sector dejarán su visión sobre la realidad, la evolución y los retos de una actividad que proporciona el 11 por ciento del producto interior bruto del país y es fundamental para la generación de empleo.
Recientes declaraciones suyas y de su Grupo criticaban la falta de implicación de la administración a la hora de consolidar el cambio que han emprendido los hoteleros dedicando inversiones millonarias para mejorar sus establecimientos y atraer un turismo de mayor calidad. ¿Se plantean frenar sus inversiones allí donde no haya un compromiso firme de la administración?
Sí, sin duda, aun a nuestro pesar, es posible que haya que dejar de invertir en algunas zonas. En proyectos donde hemos planificado invertir 10, 30 o 40 millones de euros no podemos arriesgarnos a que, por acción o inacción de la Administración, los mismos queden paralizados o se retrasen en exceso, o a que los incumplimientos de sus compromisos por la Administración en materia de mejora y gestión del destino, impidan consolidar los procesos de cambio y reposicionamiento. Al final, nos debemos a nuestros accionistas y a los socios e inversores que participan con nosotros en los proyectos, y si la ausencia de colaboración pública hace imposible cumplir con los planes de negocio, dichos inversores no volverán a invertir allí, y dejarán de confiar en nosotros.
Y es que, a la hora de invertir en mejorar nuestros hoteles en una zona, hay que asegurarse de que el conjunto del destino (es decir, el entorno, la oferta complementaria, las infraestructuras y temas tan básicos como la seguridad y sanidad etc) también evoluciona. De nada sirve invertir en hoteles de calidad para un público selecto, si el destino está degradado o es inseguro, y no está alineado con las expectativas del cliente de calidad al que nos dirigimos. La experiencia de salir del hotel y no tener a donde ir a cenar o tomar algo o simplemente a pasear es muy decepcionante y no permite fidelizar a los clientes, y estos tienden a elegir otros destinos en busca de la experiencia deseada.
Es posible que haya que dejar de invertir en algunas zonas; de nada sirve invertir en hoteles de calidad para un público selecto, si el destino está degradado o es inseguro
He demostrado ser un apóstol de la colaboración público-privada, pues por experiencia sé que la transformación y mejora de un destino es una responsabilidad compartida: las empresas privadas podemos actuar sobre nuestras propiedades, e incluso apoyar e incentivar otras mejoras del destino, contribuir a su reputación mediante el marketing y la comunicación, etc, pero tenemos un límite claro, que es el ámbito de la actuación pública, donde se incluyen el comercio, el urbanismo, las regulaciones y ordenanzas, la fiscalidad, etc. Sin la colaboración activa de la Administración Pública en estos ámbitos, resulta imposible actuar sobre un destino.
Magaluf ha sido, probablemente, el principal ejemplo de grandes inversiones para subir la categoría de los hoteles. Pero el fenómeno puede extenderse a otros lugares y con otros actores, como pueda ser la propia administración central. ¿Hay suficiente seguridad jurídica para acometer este tipo de actuaciones por parte de las empresas?
Este aspecto es muy importante; puedo decirle que, como empresa presente en los mejores destinos vacacionales del mundo, la seguridad jurídica es uno de los factores determinantes para invertir o no invertir. Si miramos al ejemplo de Magaluf, podemos decir que cuando acometimos el proyecto, en el año 2011, había en Baleares una Ley General de Turismo que incentivaba las reformas con aumento de categoría, y que propició que los hoteleros Baleares invirtieran 1.121 millones de euros en reformas de hoteles, solo entre 2015 y 2017, casi el doble que Canarias, siguiente Comunidad en el ranking, y que hizo posible que hoy, el 25% de la oferta hotelera balear sea nueva o esté renovada.
Sin embargo, tras la derogación de esta Ley con el cambio de gobierno, el sector no sólo ha perdido esos incentivos y facilidades que se daban a los empresarios dispuestos a invertir en mejorar los hoteles de Baleares sino que algunos proyectos han quedado literalmente “en el aire”. La consecuencia directa de todo ello es que se ha generado inseguridad jurídica y retraimiento de potenciales inversores locales y extranjeros.
En el verano de 2019, Baleares será el destino con más bajada de ocupación de británicos de toda España
Además, muchas veces, aunque exista una clara voluntad política de hacer avanzar los proyectos respetando plenamente la legalidad, (como sabemos que es el caso de Calviá, por ejemplo), sucede que discutiblesinterpretaciones técnicas demoran mucho las decisiones, como cuando nuestra más reciente e icónica obra en Magaluf, el hotel Calvia Beach The Plaza, se demoró demasiado tiempo en obtener la licencia urbanística, lo que implicó para nosotros “perder” una temporada que para el hotel significaba rodaje, generación de empleo e ingresos etc….
Algo parecido nos está ocurriendo con un proyecto de enorme relevancia e interés como los hoteles de Son Bou, en Alaior, poniendo en riesgo una inversión fundamental para Menorca, de unos 40 millones de euros. Creo, definitivamente, que todos: empresas, políticos y técnicos de la Administración, deberíamos hacer una reflexión y remar en la misma dirección. No hablo de privilegios ni de atajos, sino de proactividad en la búsqueda de soluciones, en lugar de poner barreras.
En cualquier caso, creo que mientras nuestra política turística no se rija por un plan estratégico nacional y unos criterios de largo plazo, y no a golpe de legislatura, no existirá la suficiente seguridad jurídica en Baleares.
En Baleares, se han aplicado políticas turísticas muy inoportunas, en un momento en que todos veíamos venir el cambio del ciclo y la competencia feroz de los destinos emergentes
Con la WTM arrancó el ciclo de ferias que deben marcar la próxima temporada. ¿Qué datos reales tiene en estos momentos en cuanto a la llegada de turistas a Baleares?
Volvimos algo preocupados de la WTM, pues la tendencia sigue siendo negativa. Además de ser la primera gran Feria Internacional de la temporada, la World Travel Market nos permite tomar el pulso al mercado británico, que además de ser el primero en número de turistas en España, tienen un hábito muy extendido de comprar anticipadamente, por lo que los datos que tenemos a fecha de hoy se consideran bastante fiables.
Y los datos del mercado británico, lamentablemente, no son demasiado positivos: Mallorca e Ibiza bajarían moderadamente en el entorno del -2%, y Menorca algo más profundamente (-3%), siendo los destinos que hoy por hoy muestran peor comportamiento de toda España para el verano 2019.
Tampoco son buenas las noticias que escuchamos en el sector respecto al mercado alemán, que ya ha caído mucho esta temporada, y que tendría un gran impacto en Baleares, sobre todo en zonas altamente dependientes de dicho mercado. Ya estamos trabajando para que el mercado español, y otros, crezcan y compensen en parte esta tendencia.
¿Será la próxima temporada la ‘prueba del algodón’ para comprobar si las políticas que se están aplicando son las más acertadas?
Absolutamente, sí. Las Islas Baleares (las tres) serán, según la información disponible del mercado británico, el único destino que pierda turistas, en un 2019 en que los británicos prevén viajar, globalmente, un 10% más al extranjero.
Hay una tolerancia institucional con aquellos que explícitamente insultan a los turistas y se genera la percepción de que en Baleares no son bienvenidos en temporada alta
Creo que, además, independientemente de la mayor o menor bondad de las políticas que está siguiendo Baleares en materia turística, lo que es claro es la inoportunidad de su aplicación, puesto que se han puesto en práctica en el momento en que todos veíamos venir el cambio del ciclo, y resurgía la competencia feroz de los destinos emergentes. Como UBS advirtió en un reciente informe, Turquía, Egipto y Túnez habrían recuperado en 2018 8 millones de turistas, y podrían captar otros 8 millones de nuevos clientes en 2019, y estos, los tienen que “pedir prestados” de otros destinos, como parece ocurriá con Baleares.
Dicho esto, quiero insistir en que la recuperación de la demanda por esos países no sólo era previsible, sino que además, era deseable. Mantener unos focos de terrorismo e inestabilidad al otro lado del Mediterráneo no es aceptable ni humanamente, ni en términos de seguridad, pero una vez más, parece que la situación ha sorprendido a algunos sin estar bien preparados.
Me refiero a doblar la ecotasa en verano, a no promocionar la temporada alta… La sensación que llega al ciudadano es que el mensaje institucional es que nos sobran turistas.
Esa percepción está tan extendida que hay touroperadores que nos han preguntado si Baleares se “quiere suicidar” turísticamente, pues no entienden cómo podemos adoptar tantas medidas que perjudican a nuestra competitividad, y al mismo tiempo, lanzar mensajes que generan incertidumbre y transmiten incluso “rechazo” al turismo. Podemos enumerar algunas de estas medidas:
La tasa turística supuestamente “sostenible” que grava únicamente a los hoteles, y que, dejando a un lado las dudas que nos genera su objeto y su aplicación, ha duplicado su importe en el peor momento. Y ello mientras el propio Govern ha reconocido que menos de la mitad de su importe lo dedica a proyectos realmente ligados a la finalidad para la que fue creada. Los touroperadores “de paquete vacacional” o tradicionales son los que más la rechazan y su reacción es derivar sus productos a otros destinos donde no solo el precio final es menor, sino que su margen también se incrementa.
Nos consta que el partido que gobierna no comparte la animadversión de algunos de sus socios por la industria hotelera y sus empresarios, pero no entendemos cómo, con demasiada frecuencia, asume determinadas propuestas de aquellos
Este desplazamiento de la demanda por los TTOO afecta de manera dramática a muchos hoteles que, por su menor penetración en el mundo on-line y su menor reconocimiento de marca, tienen una gran dependencia de los paquetes, y de manera especial, podría tener un efecto importante en los hoteles de Menorca. Afortunadamente, no es el caso de Meliá, que por su posición en el mundo on-line, se ve menos afectado, pero asusta la falta de sensibilidad hacia la industria turística que, una vez más, ha demostrado la Administración balear.
La inseguridad jurídica y alarma se crea muchas veces de manera gratuita, como ha ocurrido con la difusión del borrador de nueva regulación sobre el Todo incluido. La simple difusión de sus líneas maestras ha generado dudas a los agentes y touroperadores de si se podrá seguir comercializando este producto y responder a las expectativas de este segmento de clientela, que es muy relevante para muchos hoteles de las Islas Baleares. Aunque finalmente se haya pospuesto su aplicación, la inquietud ya se ha extendido en el mercado, y no ayuda.
En tercer lugar, hay otros mensajes que van calando. Son aquellos que o bien son poco amigables con los clientes o touroperadores que rechazan o no entienden el porqué del pago de la ecotasa, o los que directa o indirectamente transmiten que nos sobran turistas en temporada alta, etc. Estos mensajes, sumados, a la tolerancia institucional con quienes explícitamente insultan o atemorizan a los turistas, está generando la percepción de que en Baleares los turistas no son bienvenidos en temporada alta. Y ello cuando casi toda la economía balear vive directa o indirectamente del turismo; como siempre ha dicho mi padre, “con las cosas del comer no se puede jugar”.
Además de la ecotasa, podemos encontrar muchos otros ejemplos de normas en la legislación balear que perjudican al sector. Por precisar uno, la prohibición de incluir una tercera persona (mayor de 12 años) en las habitaciones dobles. Puede parecer un detalle sin importancia, pero limita muchas ventas a familias con un hijo, que no quieren o no pueden alojarse en dos habitaciones.
En fin, viendo ejemplos como estos, de legislación que parece ir dirigida directamente contra la competitividad que tantos años nos ha costado conseguir, o de un celo -a veces rayano en la arbitrariedad- en la actuación inspectora (incluso con empresas altamente cumplidoras), con registros de hoteles que alarman a nuestros clientes, etc, parece que no somos demasiado queridos para la Administración de Baleares.
Nuestro sector ha mostrado su mejor voluntad de redistribuir la riqueza generada, aprobando una subida salarial histórica del 17 por ciento en tres años
Nos consta que el partido que gobierna no comparte la animadversión de algunos de sus socios por la industria hotelera y sus empresarios, pero no entendemos cómo, con demasiada frecuencia, asume determinadas propuestas de aquellos, que perjudican a un sector como el nuestro, que día a día es capaz de demostrar cómo redistribuye la riqueza generada, aprobando por ejemplo, en el año 2017, una subida salarial histórica en nuestro país, del 17% en tres años, para sus trabajadores. Realmente, nos resulta incomprensible.
¿Podemos hablar de un cambio de ciclo?
Quizá sí, pues los datos que le explicaba antes indican que tras 4 años con récords de turistas debido a nuestra condición de “destino seguro y refugio” (ante la inestabilidad que atravesaba el norte de África o el Mediterráneo oriental) en 2018 confirmamos que esta bonanza algo artificial comienza a desinflarse, tendencia que se acentúa en 2019.
La situación no es positiva, pues aunque Meliá -como le dije-, no será de las más afectadas por nuestra menor dependencia del cliente tour operado o de paquetes, es cierto que si sumamos, a la caída que podría producirse en las reservas, el histórico compromiso de subida salarial pactado, la rentabilidad de los hoteles caería a niveles difícilmente soportables, con potenciales consecuencias sobre el empleo.
Pero lo más desconcertante de todo es que Baleares, en lugar de tomar medidas para combatir el ciclo bajista y afrontar preparada esta situación, parece actuar en favor del ciclo con sus medidas en materia turística y sus mensajes al mercado.
Me gustaría mucho equivocarme, pero sí, podríamos estar a las puertas de un cambio de ciclo. Llevo varios años advirtiendo que este momento llegaría y que había que trabajar por ser más competitivos y no menos.
Las cifras de ingresos permiten a algunos afirmar que los hoteleros han disparado la rentabilidad de sus establecimientos en Baleares. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación?
Desconozco si algún hotelero de Baleares ha logrado incrementar su rentabilidad en este último año (que ha sido el punto de inflexión que ha marcado el cambio de un ciclo alcista a un ciclo bajista de mercado) pero lo veo bastante improbable, toda vez que la temporada ha sido muy compleja y no ha sido nada fácil subir o en algunos casos mantener los precios de la temporada anterior, si queríamos mantener unas buenas ocupaciones.
Para darle una idea, le diré que en 2018, el resultado de nuestros hoteles en Baleares se ha mantenido o ha caído ligeramente, mientras que nuestros costes sociales han crecido en un 8,2%. Ello se debe a la complejidad de la temporada, sumado al incremento de costes que no sólo incluye al IPC, sino la subida salarial superior al 5% anual que se pactó en el último Convenio, y las importantes inversiones realizadas en la mejora de nuestros productos, que todavía no han sido amortizadas. Creo que ilustran perfectamente que ese supuesto “disparo” de nuestra rentabilidad, no es cierto.
Y puedo asegurarle que, pese al discurso optimista que muchos políticos -e incluso algún hotelero- hicieron en Londres, bastantes hoteleros estamos preocupados con las previsiones de la próxima temporada en Baleares, y yo soy uno de ellos, porque aunque tenemos hoteles por toda España y en más de 40 países que evolucionarán mucho mejor, me duele mucho estas Islas, nuestra tierra, porque la quiero mucho, y porque lo tenemos todo para seguir siendo el mejor destino del mundo.
El supuesto ‘disparo’ de nuestra rentabilidad no es cierto; no ha sido nada fácil subir o en algunos casos mantener los precios, si queríamos tener buenas ocupaciones
La firma del convenio laboral con una subida del 17 por ciento se ha basado en buena parte en la previsión de un incremento de la rentabilidad.
Eso sí es cierto, y debo decir que fue una buena medida, aunque no se adoptase en el mejor momento.
Es cierto que los años anteriores se registraron temporadas buenas, gracias a la demanda “prestada” por los destinos afectados por la inestabilidad que siguió a la Primavera Árabe, y que con la mejor voluntad, Patronal y Sindicatos alcanzamos un acuerdo de subida salarial que redistribuyera los rendimientos de esa bonanza, también entre los trabajadores, que son una parte importantísima de la cadena de valor del turismo.
Pero lo cierto es que ahora, cuando el viento ya no sopla a favor, la subida representa un compromiso difícil ante una temporada más compleja que las anteriores, y hay que recordar que los costes laborales representan prácticamente el 40% de los costes totales de un hotel.
El alquiler turístico se ha convertido en un auténtico fenómeno en los últimos años. De hecho, si hablamos de cifras, en cuatro años España ha pasado de 60 millones de turistas a 82 sin que la planta hotelera apenas haya crecido. ¿Cómo se ve esta situación desde un puesto como el suyo?
En primer lugar, quisiera dejar claro que este negocio del alquiler vacacional ha existido siempre y yo estoy a favor de su existencia, siempre que esté regulado y juguemos todos con las mismas reglas. El problema (social, urbanístico y de competencia “desleal”) ha surgido cuando las plataformas de internet lo han generalizado, eliminando las barreras y los controles administrativos, desde el pago de impuestos y seguridad social, hasta la contratación de empleados y la cumplimentación de las regulaciones de sanidad, urbanismo, policía etc, creando, además de una competencia desleal, diversos perjuicios y disfunciones sociales, como contribuir a la saturación de las ciudades y los cascos antiguos, y a la llamada “gentrificación”.
Además, por ejemplo, en Baleares, hasta ahora no se ha exigido el pago de la tasa turística a los inquilinos de estos modelos de alojamiento, lo cual no tiene explicación, puesto que estos turistas consumen territorio y recursos en igual o mayor medida que los clientes de hotel, y dejan una menor derrama económica o gasto, en el destino. Además, los estudios demuestran que estos modelos generan 17 veces menor valor a la sociedad que los modelos regulados de alojamiento como los hoteles, y por ejemplo, si un hotel genera un empleo por cada 2 plazas, los pisos de alquiler vacacional generan uno o muy pocos empleos por cada 100 plazas.
Si un hotel genera un empleo por cada 2 plazas, los pisos de alquiler vacacional generan uno o muy pocos empleos por cada 100 plazas
Creo que la competencia es buena y saludable, si se hace de manera justa y bajo las mismas reglas, pero sinceramente, creo que este no ha sido el caso hasta ahora, aunque observamos algunos pasos en la buena dirección, la de regular y poner límites y controles, al alquiler vacacional.
Si se regulan, realmente estos modelos de alojamiento no serían una competencia dañina para los hoteles puesto que nosotros debemos diferenciarnos por la calidad, servicio, y por ofrecer experiencias, y los hoteles que más sufren su competencia son los de bajo coste y pocas estrellas.
¿Qué deben hacer las administraciones?
Por una parte, deben ponerle coto a la “barra libre” de las plataformas, que con la excusa de ser simples “tablones de anuncios”, en realidad comercializan alojamientos (cobrando por su marca y sus servicios de intermediación) y sin tener ninguna responsabilidad como operadores o comercializadores hoteleros. Si se observa el “interior” de esta oferta, puede observarse por ejemplo que en Mallorca, la mayoría de las viviendas, supuestamente particulares y habitadas para compartir, pertenecen a agencias o a grandes propietarios que las alquilan, bajo un modelo de negocio muy alejado de la llamada “economía colaborativa”.
Esa es una de las vertientes en las que hay que actuar. Otra sería sin duda, aplicarles las regulaciones que correspondan a la ubicación de la vivienda, las tasas, licencias, y obligaciones que les correspondan, así como velar por que las distorsiones que producen en el mercado de alquiler de las ciudades, y en la propia convivencia y habitabilidad de estas, desaparezcan o sean las mínimas.
De no cambiar sustancialmente la situación ¿ve hoteleros pasándose al alquiler turístico?
Parece que algunos ya han tenido algunos devaneos con modelos mixtos que buscan competir con ello, pero yo creo que es un modelo de negocio muy diferente, y que ser hotelero es ofrecer servicio personalizado, marcas reconocidas, y experiencias. Siempre digo que cada vez más, el futuro de la hotelería está precisamente, en alejarnos de ser considerados una simple “cama”, una “commodity”. La tendencia del alquiler vacacional viene a darnos la razón, porque si sólo compites por ubicación y precio, será muy difícil diferenciarse.
Está muy bien querer cerrar una central térmica de carbón como Es Murterar, pero hay que tener una alternativa, que hoy por hoy no vemos viable para tan corto plazo
La protección del medio ambiente ha ganado protagonismo también en la gestión empresarial. Meliá ha sido destacada como la tercera hotelera más sostenible del mundo y segunda de Europa. ¿Cómo se consigue una distinción así?
El reconocimiento como tercera hotelera más sostenible del mundo engloba desde los aspectos más tangibles del negocio como la estrategia fiscal o el Gobierno Corporativo, hasta aspectos intangibles como la gestión de riesgos, la relación con los grupos de Interés, la ética, la gestión ambiental, los derechos humanos y la gestión del talento, entre muchos otros.
Estamos muy felices, pues este reconocimiento viene a recompensar muchos años de integrar la sostenibilidad (social, medioambiental y de gobierno corporativo) en nuestra estrategia, dedicarle muchos desvelos e inversiones, etc. En Meliá tenemos una tradición de fuertes valores y responsabilidad, pues ya desde sus comienzos, nuestro fundador comprendió la importancia de respetar el entorno natural de los hoteles, de respetar y adaptarnos a las costumbres locales, y de apoyar a las sociedades en las que nos establecemos.
Con el tiempo, estos principios que se aplicaban más o menos intuitivamente, fueron consolidando una política y una estrategia de Responsabilidad Corporativa que, siempre decimos, tenemos muy integrada en el ADN de la compañía. Hoy, la sostenibilidad parece estar “de moda”, pero nosotros tenemos un gran camino ya recorrido, que nos otorga un gran reconocimiento de marca, y una ventaja competitiva indudable, pues cada vez más las propiedades de hoteles, y los inversores, e incluso los clientes, manejan criterios de responsabilidad y sostenibilidad a la hora de valorar a las empresas; Meliá, por ejemplo, es la empresa del Ibex con una mayor proporción de Inversores Responsables (RSI) en su accionariado.
La evolución a una sociedad descarbonizada debe hacerse lo más rápido posible; yo soy el primero que ha impulsado un ambicioso plan de lucha contra el cambio climático en nuestra compañía. Pero debe planificarse de manera adecuada
¿Queda mucho por hacer? ¿Enfoca bien el problema la administración?
Si se refiere usted por ejemplo a la ecotasa, como antes le indicaba la propia Consellera de Turismo, ha reconocido que menos de la mitad del importe recaudado se dedicará a proyectos realmente ligados a la protección y mejora del medioambiente, aunque sí sabemos que van a dedicar más de 26 millones de euros a construir viviendas protegidas, entre otras actuaciones muy loables pero que no responden en absoluto a la finalidad de este impuesto, que supuestamente es un impuesto finalista.
Por otra parte, creo que la nueva Ley de Transición Energética que el Govern tramita en el Parlament marca unos objetivos muy positivos, siendo el principal de ellos la “descarbonización” de la sociedad, pero los objetivos, además de ambiciosos, deben ser realistas.
Estoy de acuerdo que vivimos (a nivel global) un momento crítico que exige actuaciones decididas y urgentes, pero para ser viables, deben estar respaldadas por una memoria económica y por un calendario de acciones consistente. Y es aquí, en la planificación de esa “transición” necesaria de una sociedad carbonizada a una descarbonizada (sin combustibles fósiles) donde creo que el proyecto del Govern es excesivamente radical, y lo que es peor, basado en una realidad paralela necesitada de contraste.
Desde un punto de vista de empresa mi preocupación es relativa, pues Meliá está bien posicionada para cumplir con las exigencias de esta ley. Hoy por hoy, ya medimos voluntariamente nuestra huella de carbono, y somos una de las empresas líderes, a nivel global, en la lucha contra el cambio climático, según el prestigioso índice Carbon Disclosure Project.
Por lo tanto, como persona y como miembro de una empresa muy concienciada, puedo decirle que está muy bien querer cerrar una central térmica que utiliza carbón como Es Murterar, pero hay que tener una alternativa, en forma de producción de energías renovables, algo que hoy por hoy no vemos viable para tan corto plazo. Habría que tener previstas inversiones en fuentes de energía alternativas que hoy no vemos por ninguna parte. Y si a ello añadimos los objetivos de “electrificación” del transporte, encontramos que para “enchufar” todos los coches que se mueven por las Islas sería precisa una producción de electricidad tan inmensa, que hoy por hoy sería muy difícil generar, ni siquiera manteniendo la producción de Es Murterar.
La evolución a una sociedad descarbonizada debe hacerse lo más rápido posible, y yo soy el primero que ha impulsado un ambicioso plan de lucha contra el cambio climático en nuestra compañía. Pero debe planificarse de manera adecuada y con una transición armoniosa, pues esa es la responsabilidad de un Gobierno para con sus ciudadanos y empresas, no a golpe de campaña electoral, o de exigencias de organizaciones ecologistas desconectadas de la realidad económica y empresaial. Y desde luego, no puede hacerse a costa de hundir la confianza en nuestra economía, ni comprometer nuestro desarrollo a la prosperidad de la siguiente generación.
La verdad es que nunca antes habíamos oído hablar tanto de transición ecológica, recogida de plásticos, de coches eléctricos, energías renovables…
Así es. Creo que la prioridad y notoriedad que, por fin, ha conseguido el tema de la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático, la preocupación por los océanos, etc, es una gran noticia, aunque espero y deseo que no haya llegado un poco tarde, cuando ya estamos en unos niveles bastante críticos.
Por ello, y porque hemos venido trabajando durante años en estos temas nos entusiasma haber sido reconocidos como la tercera compañía hotelera más sostenible del mundo, solo por detrás de Intercontinental y Hilton. Hemos entrado con fuerza así, en el ranking de la agencia de inversión sostenible RobecoSAM, encargada de realizar la evaluación de las empresas para determinar la composición del selectivo Dow Jones Sustainability Index, índice de referencia para los inversores preocupados por la sociedad y el medioambiente.
Hemos invertido 100 millones de euros en tres años en digitalización; el 70 por ciento de nuestras ventas se realicen hoy vía canales on line
Este reconocimiento es un magnífico premio a nuestro trabajo de muchos años, y sin duda, un acicate para seguir mejorando, y nos llena también de orgullo como empresa familiar, que mantiene unos sólidos valores. Igualmente, como empresa turística, creo que tenemos un papel fundamental para impulsar la sostenibilidad del planeta, tanto por nuestra presencia en destinos claves y por nuestro volumen, como por la capacidad que tenemos para sensibilizar a millones de clientes cada año en que las mejores experiencias no deben estar reñidas con el respeto por el planeta.
Hablando de tendencias y nuevas formas de gestión, ¿hasta qué punto la digitalización va a marcar el futuro del turismo y de las grandes compañías del sector?
Absolutamente, tanto que muchos consideramos la transformación digital como la cuarta la revolución industrial. En los pocos años que llevamos impulsándola, la digitalización ha transformado nuestros procesos, nuestros canales de ventas y nuestra relación con los clientes, ha favorecido nuestra globalización, etc.
En Meliá llevamos años impulsando un programa de amplio espectro denominado “be more digital” en el que hemos invertido 100 millones de euros en tres años, y me siento muy satisfecho de los resultados, como que el 70% de nuestras ventas se realicen hoy via canales on line, o que el 30% de nuestras ventas provenga de nuestro canal directo melia.com, o también, de que el 90% de nuestra fuerza de ventas (nuestros comerciales) se hayan reciclado y “transformado” en comerciales digitales.
Por otra parte, la digitalización debe poner a las personas, sean empleados o clientes, por delante, de modo que puedan automatizarse aquellas tareas mecánicas que no aporten valor añadido ni impliquen trato con el cliente, generando mayor eficiencia y permitiendo apostar en mayor medida por aquellas otras funciones que solo pueden realizar las personas y que sí aportan valor.
Es cierto que el nuevo paradigma digital implica numerosos retos y riesgos, pero el mayor riesgo sería quedarse fuera.
Con una gobernabilidad inestable, sin presupuestos ciertos y aprobados, y con unas medidas de política económica algo inoportunas, como ha destacado la Unión Europea, nuestro país no genera confianza
Desde el verano hay un nuevo Gobierno en España. ¿Cómo son las relaciones de los nuevos gobernantes con el sector turístico? ¿Qué esperan o que les han reclamado?
Las sensaciones son buenas, y en principio, el hecho de contar con una secretaria de Estado (Bel Oliver) de Baleares, y conocedora del sector, es un mensaje positivo, como también suenan bien los anuncios de inversión en zonas maduras, pero habrá que esperar a que los mensajes se materialicen en proyectos, y que tengamos la estabilidad suficiente en el país para poder marcar estrategias y seguirlas.
La situación es incierta: lo mismo podría haber elecciones en pocos meses que acabar la legislatura en 2020; no se sabe con qué presupuesto se va a funcionar en 2019; la tensión territorial en Cataluña no ayuda a dar estabilidad… ¿Cómo influye todo esto a la principal industria del país?
La incertidumbre es muy negativa para nuestra industria, y para toda la economía del país, puesto que afecta tanto a los inversores, (que frenan sus inversiones o las llevan a otros mercados), como a los clientes, y un caso muy evidente de este retraimiento de la demanda debido a la inestabilidad política es el desplome del segmento de Congresos y Convenciones en Barcelona, que ha sido durante muchos años, un destino de preferencia en Europa y en España para esta actividad.
En economía hay un aspecto intangible que es tanto o más importante, que los factores tangibles, y se llama confianza: es muy difícil ganarse la confianza del mercado y de los inversores, y es muy fácil perderla, como se demuestra en la salida de capitales de la bolsa española en los últimos meses. Y nuestro país, con una gobernabilidad inestable, sin presupuestos ciertos y aprobados, y con unas medidas de política económica que se desvían de los objetivos de estabilidad y crecimiento, como ha destacado la Union Europea, no genera confianza. Todo esto tendrá sin duda un impacto relevante en las previsiones de mejora de nuestra economía y creación de empleo.
En materia turística, nos preocupan muchas cosas: la falta de una estrategia nacional, la insuficiente digitalización y promoción, (especialmente en mercados objetivo como China) la dispersión normativa, la falta de medidas para prepararnos ante el cambio de ciclo y el “despertar” de los destinos emergentes, que nos hacen una competencia feroz… en mi opinión, es imprescindible aprobar unos presupuestos creíbles dotados de sentido común y carentes de medidas propias de “año electoral”, que tranquilicen a los mercados, y que prioricen con partidas de inversión y gasto, los retos más importantes que tiene España como destino, como son avanzar en la calidad de nuestro modelo y remodelar las zonas maduras y obsoletas.
El volumen de ingresos alcanzado por el Palau de Congressos ha superado en más de un 18 por ciento las expectativas del primer año
Para concluir, y casi telegráficamente, me gustaría una visión sobre asuntos concretos: Palau de Congressos de Palma.
Mi valoración no puede ser mejor. Los resultados de nuestro primer año confirman el éxito de esta infraestructura, de su modelo de gestión y del potencial de Mallorca para convertirse en un referente del turismo de negocios europeo, su gran asignatura pendiente. Y las perspectivas para este 2019 son bastante halagüeñas, también.
Con más de 170 eventos y 30.000 asistentes en los primeros nueve meses de actividad en 2017, fue especialmente significativa la aportación de negocio en temporada baja, contribuyendo así a la desestacionalización turística, uno de los objetivos fundamentales del destino. Cabe destacar el evento corporativo de Volkswagen, que se celebró en el último trimestre del año con más de 12.000 personas, y la celebración de cinco congresos médicos, nicho objetivo del Palau. En 2018, finalizará habiendo celebrado más de una docena de congresos y, concretamente, el mes de mayo fue un mes histórico por la concentración de congresistas en la ciudad.
En este sentido, destaca el esfuerzo comercial desarrollado por el Palau, impulsando la colaboración de entidades públicas y privadas para construir una propuesta en común de destino que fomente la captación de negocio MICE y convierta a la isla de Mallorca en un referente europeo para este segmento.
El volumen de ingresos alcanzado (9,4 millones de euros), ha superado en más de un 18% las expectativas del primer año, pero sobre todo, me gustaría destacar que la riqueza generada por el Palau se redistribuye entre múltiples grupos de interés, de modo que se aporta valor (lo que llamamos el cash flow social) a sus diferentes grupos de interés: proveedores, empleados, medios de transporte, oferta complementaria (restauración), administraciones públicas y la propia compañía gestora.
Además, me siento especialmente satisfecho de que el Palau y el hotel Meliá Palma Bay sean una referencia de hotelería responsable y de innovación.
Expansión de Meliá en Asia.
Nuestro Grupo concentra el grueso de su crecimiento en tres áreas geográficas fundamentales, como son el Sudeste Asiático, el Mediterráneo y norte de África, y el Caribe, pero es en Asia -Pacifico donde crecemos a un ritmo mayor, tanto en China como en el Sudeste Asiático, de forma que en tan solo seis años hemos pasado de tener 6 hoteles en la región, a 52 en la actualidad.
Solo pensando en China, donde contamos ya con 10 hoteles abiertos y en proceso de apertura, se trata de un mercado inmenso para nosotros, tanto como mercado “inbound” o hacia nuestros hoteles en China, o como un mercado “outbound” pues la población china es ya el primer mercado emisor de turistas del mundo, y por ejemplo, representan ya el 21% del total de nuestros clientes en los hoteles de Asia-Pacífico.
El todo incluido es necesario en aquellos destinos en los que no hay un entorno apto para descubrir fuera de los hoteles; pero es menos apropiado cuanto más interesante resulte el entorno local y su oferta complementaria
En otros países de la región, como Indonesia, donde Meliá se implantó hace ya más de 30 años con el Melia Bali y hoy cuenta con 16 hoteles, o Vietnam, donde tenemos 12 hoteles, nuestra Compañía está al nivel de los primeros operadores internacionales, como Kempinski o Intercontinental.
Pensamos que Asia pacífico tendrá en breves años, el mismo peso que tuvo la incorporación de Cuba hace 30 años, para la compañía, que supuso una revolución y un gran salto cualitativo.
Regulación del todo incluido. ¿Cómo hay que enfrentarlo?
Siempre he mantenido que el modelo de todo incluido es apropiado y necesario en aquellos destinos en los que no existe un entorno apto para descubrir y vivir experiencias fuera de los hoteles, pero es menos apropiado cuanto más desarrollado, rico, diverso e interesante, resulte el entorno local y su oferta complementaria. Siguiendo este criterio, las islas Baleares no serían en ningún caso, un destino que necesite el Todo Incluido.
Sin embargo, no se puede ignorar que, hoy por hoy, hay muchos hoteles que todavía tienen una alta dependencia de los touroperadores “de paquete vacacional”, y ese segmento de mercado sí demanda generalmente este tipo de oferta, que en todo caso, debe ser siempre de calidad, pues lo contrario no aporta valor al destino y perjudica, en cambio, su imagen y su reputación.