Este próximo lunes día 28 de enero la Conselleria de Cultura comenzará el estudio de viabilidad previsto en el cementerio de Bunyola, donde hay una fosa relacionada con la Guerra Civil.
Se trata de una fosa que presenta una serie de dificultades, pero a propuesta de la Comisión de Fosas y Personas Desaparecidas, Cultura aprobó realizar las tareas pertinentes ya que podría acoger los cuerpos de tres menorquines cuyos descendientes todavía viven. Entre las víctimas que podría haber en esta fosa común se encuentran los isleños Bartolomé y Sebastián Carretero Gornés y José Filomeno Pons Sintes.
Los técnicos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi llevarán a cabo una serie de sondeos con el objetivo de determinar la viabilidad, o no, de este espacio para poder realizar tareas arqueológicas que permitan encontrar cuerpos de personas desaparecidas durante la Guerra Civil.
El espacio dedicado a fosa común está en la parte sureste del cementerio, se ignora su capacidad que, según fuentes orales, no puede pasar de los ocho palmos de profundidad. A finales de la década de los años sesenta sobre ella se construyeron unos nichos y todos los huesos fueron trasvasados al osario situada al este del cementerio y detrás la capilla.
Durante el segundo semestre del año 1936, llegaron al cementerio de Bunyola una quincena de cadáveres. Eran unos hombres que habían sido asesinados por arma de fuego y abandonados en la acera de caminos o carreteras, en la intersección con otros caminos o torrentes.
Durante la posguerra el elevado número de defunciones, debidas entre otras a la aportación de cadáveres procedentes del hospital Joan March, hizo que el espacio que ocupaba el cementerio antiguo se llenara, de tal manera que fue necesaria su ampliación.
Esta ampliación hace pensar que los cuerpos de aquella fosa común fueran trasladados al osario. Por este motivo, se hacen necesarias tareas de prospección arqueológicas para aclarar esta circunstancia antes de llevar a cabo una excavación de más envergadura.