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La campaña contra los tratados de comercio e inversión entra en su fase europea

El Foro económico de Davos ha sido testigo del inicio de una campaña de recogida de firmas que quiere frenar la influencia de las multinacionales

¿Quién defiende tus intereses?
¿Quién defiende tus intereses?
Las multinacionales miran por ellas pero, ¿a costa de qué o de quien?

¿Quién toma las decisiones? Si hablamos de política diríamos que son los gobiernos. Si hablamos de economía diríamos que los diferentes sectores empresariales. Pero quizás no es del todo así.

Los miembros de Menorca diu no al TTIP se han ido adaptando a los cambios de siglas que han ido surgiendo.
Ahora se habla del genérico “tratados de comercio e inversión”, y también del ISDS o sistema de Solución de controversias entre inversores y estados.

Éste último término hace referencia a la manera en la que se dirimen las diferencias que tengan a una multinacional y sus intereses a un lado de la balanza y a un gobierno al otro lado. El mecanismo tal y como lo están forjando beneficiaría sin tapujos a las multinacionales.

En Menorca, Pablo Jiménez, portavoz de la campaña de recogida de firmas, explica que cuando las cosas van bien, son las multinacionales las que sacan tajada mientras que cuando las cosas van mal, se socializan las pérdidas de manera que repercuten en la parte obrera. Si a esto le sumamos que fórmulas como el ISDS libraría de culpa a la multinacional frente a una sentencia desfavorable, quien pierde (o cede) es la otra parte. Esa otra parte somos todos nosotros.

Un ejemplo claro está en el inicio de todo este movimiento contra los Tratados de comercio. Cuando Estados Unidos y Europa comenzaron a estudiar una fórmula para hacer autopistas de productos y servicios entre ambos continentes, algo que se supone que debería hacer crecer la economía, había aspectos no compatibles. De partida, los derechos de los trabajadores en Europa eran diferentes que los de Estados Unidos. La fórmula ideal para el capital era rebajar (o hacer desaparecer) esos derechos a aquellos trabajadores que los tenían en favor de no hacer diferencias con los demás.

Pero eso solo es un ejemplo. Mientras que las multinacionales buscan la manera de obtener beneficio, las campañas contra los tratados siguen de cerca la letra pequeña de cada propuesta de acuerdo para denunciar ese renglón que perjudica al ciudadano de a pie. Recientemente Mallorca se ha sumado a la lucha con su propio grupo. Hacen falta más. El objetivo es llegar a 250.000 firmas y, sobre todo, no desfallecer frente a las consecuencias de los acuerdos entre estados y multinacionales si, como hasta la fecha, pueden lastimar a las personas, a sus derechos adquiridos e incluso al planeta.


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