Cada inicio del mes de marzo se celebra un año más de la llegada de los menorquines de la colonia de Nueva Esmirna a San Agustín de Florida. Eso supuso el inicio de una época floreciente para la ciudad. Los menorquines (y griegos e italianos) huían de casi diez años de esclavitud trabajando para un médico escocés que tenía unos terrenos en los que plantaba añil, un colorante vegetal. En la última edición se pudo ver una representación de muchos linajes de clara ascendencia menorquina que siguen reivindicando sus orígenes. Una representación teatralizada con dos jóvenes ataviados como la realeza, un monopoly con las calles de nombres menorquines de San Agustín, expertos en el remiendo de redes de pesca, salsas de pimientos picantes, recetas “menorquinas”, árboles genealógicos y otras formas de lucir los atributos de la cultura menorquina que perviven en los miembros de la Menorcan Cultural Society. Uno de los debates que surgen es cómo se mantendrán estos eventos si, como parece, la gente joven no siente el mismo fervor por el mantenimiento de las raíces que unen Florida y Menorca.
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