Si Menorca contara con algunas de sus más representativas playas vírgenes adaptadas para personas con movilidad reducida, esto sería un paso de gigante hacia la creación de un destino inclusivo. Es cierto que la isla ya tiene algunas de sus playas urbanas con pasarelas e infraestructuras para facilitarlo pero ir un poco más allá no sería ni tan difícil ni tan caro. Por contra, conseguiría mejorar el destino para muchas personas que precisan de este plus. Y hay mucho que ganar. Las repercusiones en la mejora del destino para que éste sea inclusivo es algo que permitiría abrir las puertas a un gran porcentaje de turistas que buscan lugares que estén preparados para atenderles.
No solo estamos hablando de personas con discapacidades físicas si no a un turismo senior que agradece las ayudas puntuales para moverse con mayor facilidad en su destino de vacaciones.
Pepe Capella, de la Fundació per a persones amb discapacitat de Menorca es el coordinador del curso C4 de la UIMIR que se celebra del 5 al 6 de abril en la sede del IME en Maó. Participaran Enrique Rovira, arquitecto, Luis Casado, licenciado en periodismo y Nélida Barbeito, empresaria argentina.
Según Pepe Capella, las estadísticas apuntan a los ingresos complementarios que intervienen en las vacaciones de personas que buscan destinos inclusivos; cuenta el perfil adquisitivo medio-alto, que es un público fiel, que también vienen con acompañantes. Menorca podría, sin que suponga una inversión demasiado grande, de un factor diferencial para convertirse en un destino inclusivo destacado.