En las playas, algunas más otras menos, hay velella. Este organismo no es ningún desconocido para la costa menorquina y, por mucho que se respeten los ciclos naturales, no quita que las empresas que viven del turismo estén preocupadas por la imagen negativa que deja. Y, por precisar, más que la preciosa imagen rosácea, el tremebundo olor que provocan.
Conocida como vela de mar o vela púrpura (Velella Velella), es un pequeño hidrozoo de color azul profundo con una particularidad: posee una vela que atrapa el viento y le da propulsión sobre la superficie del mar. Por debajo de su estructura, tiene tentáculos que utiliza para atrapar plancton.
Son especies de animales relativamente simples, que viven exclusivamente en ambientes acuáticos (mayoritariamente marinos). Tienen unas células urticantes presentes en los tentáculos aunque las toxinas son inofensivas para los seres humanos debido a que no pueden atravesar la piel. Sin embargo, podrían causar algunos problemas si entran en contacto con los ojos o alguna herida.
Al no tener medios de locomoción, están a merced de los vientos para moverse por los mares. Con la meteorología de estos últimos días en Menorca se han vuelto a producir acumulaciones en playas de todo el litoral. Aunque la limpieza de las playas puede actuar sobre la lengua de arena, en los bordes rocosos no se puede evitar su presencia y, por tanto, los olores que se desprenden.