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Una encrucijada en el Congreso con Catalunya en primer plano

Un artículo de Jordi Ribera


Los resultados de estas generales tienen varios análisis. Algunos se ven a primera vista, pero otros tienen una carga de profundidad que hay que revisar con más atención. Todo ello hace del nuevo mapa político generado por los votos un puzzle en el que encajar las 176 piezas que dan la mayoría absoluta pueda ser muy complicado con la cuestión catalana muy presente.

Entre las obviedades  destaca que el resurgir de la extrema derecha ha despertado al voto de izquierdas, especialmente al PSOE. Los socialistas han movilizado a casi 7,5 millones de electores, dos más que tres años atrás. Teniendo en cuenta que Unidas Podemos ‘sólo’ ha perdido 1,3 millones, se desprende que los socialistas han recuperado votos que se habían perdido.

En este sentido también cabe  destacar que el PSOE ha sabido hablar de bienestar y otras medidas sociales mientras que PP, Ciudadanos y VOX parecían más enfrascados en una lucha por ver quien castigaría más a Catalunya si gobernaban que en exponer su programa.

Las derechas apenas han ganado votos. En 2016 PP y Ciudadanos sumaron 11.030.000 votos aproximadamente. En 2019 estas dos formaciones más VOX representan a 11.170.000 personas. Apenas 140.000 más. Lo que antes reunía sólo el PP ahora se ve obligado a compartirlo con  otros dos partidos. Si a ello se le añaden todos los casos de corrupción que le llevaron a la pérdida del poder no es de extrañar este trasvase de votos a VOX y C’s. Y ya veremos lo que dura esta travesía en el desierto.

Todo ello hace que las matemáticas parlamentarias sean muy complicadas. El PSOE no puede gobernar en solitario. Necesitaría el apoyo de PP o Ciudadanos para que sólo hubiera un pacto de dos formaciones. Algo impensable e inaceptable para los militantes de las tres marcas políticas. Los gritos de “Con Rivera no” en la calle Ferraz son una clara muestra de ello.

El problema es que no hay suficientes  votos en otras formaciones no independentistas  para tener los apoyos necesarios ni que sea para elegir a un presidente del gobierno por mayoría simple.

En Cataluny,a ERC, de Oriol Junqueras,  ha ganado por primera vez  unas elecciones generales con 15 diputados. Junts per Catalunya, de Carles Puigdemont, iniciaba la noche con malos presagios y el temor a una debacle, pero terminó con siete escaños, uno menos que los que tenía hasta ahora. Estos 22 votos y no nos olvidemos de los 4 de EH Bildu pueden impedir cualquier intento del PSOE si trata de pactar con el resto de fuerzas de izquierdas y centro no independentistas.

Hay que tener en cuenta que Navarra Suma, con sus dos diputados, también es contrario a los partidos progresistas. La suma total de estas fuerzas más PP, Ciudadanos y VOX da 175 escaños. O alguien se abstiene en segunda vuelta o PSOE y quien sea la compañía no lograrían la mayoría necesaria.

La ‘fortuna’ que tiene Pedro Sánchez es que ERC ha optado en los últimos tiempos por un talante más negociador que JxCAT. Habrá que ver hasta donde puede llegar este diálogo, si es que  existe. Una abstención  del grupo parlamentario de ERC o su apoyo a Pedro Sánchez más el de Unidas Podemos  superarían la barrera de los 176.

Habrá que esperar bastante, Difícilmente se cerrarán pactos de gobierno antes de los comicios del 26 de mayo. Ningún partido querrá demostrar debilidad (¿?) con un acuerdo que comporte cesiones antes de la siguiente cita electoral. No obstante, las conversaciones que haya para la formación de la mesa del Congreso ya podrán indicar hacia donde se encamina la política de pactos.

MENORCA Y BALEARS

En el caso menorquín hay varios apuntes a añadir. El empuje, o retroceso, de estas generales afectará al 26 de mayo, pero también habrá que tener en cuenta a las fuerzas de carácter local o autonómico que en unas generales pierden votantes en detrimento de partidos de ámbito español en una suerte de voto útil.

Los votantes de PSOE están exultantes, así como los de Unidas Podemos, pero a nadie  le debería sorprender que algunos de estos apoyos se vayan a otras fuerzas en el ámbito local en donde prima más el conocimiento personal del candidato. En este sentido, marcas también progresistas  como Més, que tiene una base social importante, tendrán algo que decir. Previsiblemente serán necesarias para gobernar aunque, probablemente, con un peso inferior al de cuatro años atrás cuando el PSOE estaba en su momento más bajo y hubo un cierto trasvase de votos de socialistas desencantados hacia los ecosoberanistas.

VOX ha sumado, pero menos de lo que se esperaba. Con un PP que reconoce  en Menorca que ha recibido un (duro) “toque de atención” en palabras de Coia Sugrañes, Toni Camps mantiene sus opciones intactas de acceder al Consell. Pero con la disgregación del voto de derechas, aunque sin la incorporación de nuevos votantes, parece complicado, que no imposible, que puedan asumir el poder tanto en el Consell como en el Parlament balear sumando los escaños de PP, Ciudadanos y VOX.


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