J. L. Llagües
El debate está servido. El Govern adelantó sus intenciones de intentar “desviar” la llegada de cruceros en Palma de Mallorca hacia los puertos de Maó y Ciutadella en tiempos recientes, pero a nadie se le escapa que influir en los designios de las grandes compañías navieras es una tarea bastante ardua. Y en el fondo del tema descansa la inevitable contaminación que cualquier gran medio de transporte conlleva en una zona concreta.
Así, un reciente estudio publicado por la consultora “Transport & Enviorment” situaba a Palma y Barcelona como dos de las urbes con mayor contaminación procedente de las emisiones realizadas por los cruceros en toda Europa. En el informe no se mencionaba a ningún puerto de Menorca y la pregunta era clara: ¿Cual es el alcance de estas emisiones en la isla?. No hay que olvidar que los grandes buques sí llegan, sobretodo al puerto de Maó.
Consultado al respecto, Faig Abbasov, director de transporte de la consultora responsable del estudio, explicó que “En realidad la situación en Maó es un poco mejor que en otras muchas zonas, pero solo porque los cruceros no pasan mucho tiempo allí. Sí tenemos datos que avalan nuestras opiniones. Sin embargo, por desgracia, no disponemos de datos en lo que respecta al puerto de Ciutadella”. Las magnitudes del estudio pertenecen al ejercicio 2017 y se basan en la escala de 18 grandes buques en la rada de Llevant, con una duración aproximada de 341 horas.
Así, se estima que emitieron 456 kilos de óxido de azufre, 174 kilos de partículas y 8,6 kilógramos de óxido de nitrógeno. Los datos están ahí y sirven para realizar una primera aproximación: la poca presencia de escalas respecto a otras zonas conllevó menos contaminación, pero el desvío de buques de una atestada Palma conllevaría un aumento de las magnitudes. En Bilbao, por ejemplo, con solo seis escalas más, las cifras prácticamente se doblan.
“Ciudades flotantes”
Abbasov define a los cruceros como “ciudades flotantes” en el estudio y pide una regulación similar a la que se está implementando en los coches diésel: “Mientras las ciudades prohiben la circulación de estos vehículos para reducir la contaminación que respira su contaminación aquí vemos que se da vía libre a las navieras que provocan grandes concentraciones de contaminantes con un alto riesgo para la salud de sus pasajeros y de los poblaciones más cercanas a las terminales. Es inaceptable”.
“Hablamos de ciudades flotantes con un alto consumo de energía generada por los combustibles más tóxicos que existen”, sentenció. Las grandes compañías de cruceros, por su parte, ya han negado en público las conclusiones y las cifras del estudio. El debate está servido y para que solo acaba de empezar.