Estos datos se desprenden de la encuesta realizada por OCU a 1.125 conductores de entre 25 y 79 años para analizar las principales conductas implicadas en los siniestros en carretera.
Según esta encuesta, el 52 por ciento de conductores admite que supera los 110 km/h en carreteras secundarias (donde la velocidad máxima permitida es de 90 Km/h), un 43 por ciento de ellos reconoce que ha conducido habiendo bebido algo de alcohol (un 6 por ciento lo hizo habiendo bebido bastante) y otro 12 por ciento señala que no se pone el cinturón en trayectos cortos.
Sin embargo, la encuesta de OCU también revela que no todos los conductores se comportan de la misma forma: mientras que el 49 por ciento de los varones de entre 25 y 39 años encuestados fueron multados en el último año, apenas lo fueron el 19 por ciento de las mujeres de la misma edad. Además, entre los mayores de 60 años, la siniestralidad es igualmente alta.
La multa más frecuente, por exceso de velocidad
Entre los conductores encuestados, la multa más frecuente durante los últimos cinco años fue por exceso de velocidad, sancionada con 132 euros de media, seguida por las sanciones por mal aparcamiento. Tras estas, aunque con mucha menos frecuencia, las impuestas por entrar en alguna zona urbana restringida para residentes y las originadas por saltarse un semáforo.
Las sanciones relacionadas con la ingesta de alcohol y el uso del móvil durante la conducción apenas suman el 2 por ciento del total de multas impuestas, así como que el número de sanciones en carreteras secundarias representen tan solo el 26 por ciento, cuando entre ambas suman el 55 por ciento de los fallecidos en accidente de tráfico.
La Organización de Consumidores cree que estos datos revelan una preocupante falta de control en carreteras convencionales y sobre conductas especialmente peligrosas, como la ingesta de alcohol o el uso del móvil. Incluso, la mitad de los encuestados opina que deberían aumentarse las acciones de control sobre los conductores.
En este sentido, OCU no cree que la solución pase por aumentar el importe económico de las sanciones, sino por hacerlo con las consecuencias de una mala conducción: por ejemplo, aumentando la pérdida de puntos.