Cuando un crucero turístico llega a puerto aprovecha para recargar pilas, tal cual. Además de renovar las estanterías de la despensa o vaciar los cubos de basura, es imprescindible recargar las baterías. Los grandes cruceros son como una ciudad flotante y por eso tienen generadores eléctricos que mantienen en activo todo lo que funciona con corriente.
Pero en el caso de que no dispongan de una conexión en el puerto donde recalan, han de ser sus generadores los que estén encendidos para que sus equipos sigan funcionando.
Cuando esto ocurre en el puerto de Maó se crean dos problemas, según explicaba el delegado en Menorca del Colegio Oficial de Arquitectos, Enric Taltavull en una entrevista reciente en Radio Menorca: Por un lado los motores del barco generan una gran cantidad de ruido.
La fisionomía del puerto frente a la Estación Marítima y al lado mismo del acantilado sobre el que descansa la ciudad hacen una caja de resonancia que supone un agravio al descanso de los maoneses. Por otro lado está el problema que se deriva de la combustión de carburante que tienen que hacer los motores del barco para generar esa energía, lanzando a la atmósfera que respiran los vecinos de Maó una nube de tóxicos comparable a la de cualquier industria o a la de la chimenea de la central térmica que tiene delante la ciudad.
En suma, aprovechando que en otros puertos del archipiélago ya han aprobado este tipo de inversiones, desde la demarcación menorquina del Colegio han pedido a Autoridad Portuaria de Baleares que actúe igual en Maó. La inversión permitiría al crucero turístico conectarse a la red, ahorrando su propio combustible y dejando de generar estos inconvenientes para los sufridos vecinos de Maó.