Aunque tú no lo sepas
Me he inventado tu nombre
Me drogué con promesas
Y he dormido en los coches
Aunque tú no lo entiendas
Nunca escribo el remite en el sobre
Por no dejar mis huellas.
Inspirándose en unos versos de Luís García Montero– Como la luz de un sueño/que no raya en el mundo pero existe/así he vivido yo/iluminando esa parte de ti que no conoces…- Quique González compuso en 1998 “Aunque tú no lo sepas”. La canción se incluyó en el disco “Desde que no nos vemos” de Enrique Urquijo y “Los problemas”, y se popularizó posteriormente gracias a “Los secretos” y un puñado de versiones, entre ellas, la de Clara Lago para la banda sonora de “Tengo ganas de ti”.
El poema de García Montero, incluido en “Habitaciones separadas”, Premio Nacional de Poesía en 1995, inspiró también un relato de Almudena Grandes, “El vocabulario de los balcones”, en base al cual, Juan Vicente Córdoba, estrenó en 2000 una película titulada “Aunque tú no lo sepas, y, ya en 2016, un documental homónimo de Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, sobre la figura del poeta granadino.
Aunque tú no lo sepas
Me he acostado a tu espalda
Y mi cama se queja
Fría cuando te marchas
He blindado mi puerta
Y al llegar la mañana
No me di ni cuenta
De que ya nunca estabas
A mi esta canción me estremece, me cala el alma. La recupero, junto con la poesía , tan igual y tan distinta, de la que toma el título y el espíritu, y esa suerte de creatividad encadenada (que tan bien narró Leandro Pérez para Zenda en agosto del año pasado) al hilo de las informaciones y los reportajes con motivo del 20 aniversario de la muerte de Urquijo, acaecida en noviembre de 2019.
Me cala el alma, como también lo hace “El sitio de mi recreo”, de Antonio Vega, porque como reivindicaba aquel programa de Radio Popular, cada canción, un recuerdo, y porque añoro muchas canciones como esas cuando escucho parte de la música de ahora. La parte que más se escucha, omnipresente en cadenas de radio y televisión y plataformas varias, la que te martillea cuando te sientas en un parque o intentas leer en la playa cerca de niños y adolescentes enganchados a sus móviles.
Aunque tú no lo sepas
Nos decíamos tanto
Con las manos tan llenas
Cada día más flacos
Inventamos mareas
Tripulábamos barcos
Y encendía con besos
El mar de tus labios
Canciones-más de uno no las llamaría música, pero esto ya ha pasado con el jazz, el rock o el pop en sus respectivas épocas- que hablan de amor, de drogas, de frustración, de ternura, de tristeza, de rebeldía…, como tantas y tantas de los 70, 80 y 90, pero a las que veo poca capacidad para conmover, nula de perdurar en el tiempo.
Sin embargo, ahí están calando a otros, a personillas y personas a quienes lo de González, Urquijo o Vega les parece un rollo; enriqueciendo, como entonces, a unos más que a otros; integrando la banda sonora de una generación; y haciéndonos celebrar a los de otras, tiempos en los que nos decíamos tanto, ofrecíamos todo lo que éramos y teníamos, zarpábamos en busca de lo que soñábamos y amábamos sin tregua*.
*Cançons
Aunque tú no lo sepas
Me he inventado tu nombre
Me drogué con promesas
Y he dormido en los coches
Aunque tú no lo entiendas
Nunca escribo el remite en el sobre
Por no dejar mis huellas.
Inspirant-se en uns versos de Luís García Montero– Como la luz de un sueño/que no raya en el mundo pero existe/así he vivido yo/iluminando esa parte de ti que no conoces…-…- Quique González va compondre el 1998 “Aunque tú no lo sepas”. La cançó es va incloure en el disc “Desde que no nos vemos” d’Enrique Urquijo i “Los problemas”, i es va popularitzar posteriorment gràcies a “Los secretos” i un grapat de versions, entre elles, la de Clara Lago per a la banda sonora de “Tengo ganas de ti” .
El poema de García Montero, inclòs en “Habitaciones separadas”, Premi Nacional de Poesia el 1995, va inspirar també un relat d’Almudena Grandes, “El vocabulario de los balcones”, basant-se el qual, Juan Vicente Córdoba, va estrenar al 2000 una pel·lícula titulada “Aunque tú no lo sepas”, i, ja al 2016, un documental homònim de Charlie Arnaiz i Alberto Ortega, sobre la figura del poeta granadí.
Aunque tú no lo sepas
Me he acostado a tu espalda
Y mi cama se queja
Fría cuando te marchas
He blindado mi puerta
Y al llegar la mañana
No me di ni cuenta
De que ya nunca estabas
A mi aquesta cançó em fa estremir, em cala l’ànima. La recupere, juntament amb la poesia, tan igual i tan diferent, de la qual pren el títol i l’esperit, i aquesta mena de creativitat encadenada (que tan bé va narrar Leandro Pérez per a Zenda a l’agost de l’any passat) al fil de les informacions i els reportatges amb motiu de el 20è aniversari de la mort d’Urquijo, esdevinguda al novembre de 2019.
Em cala l’ànima, com també ho fa “El sitio de mi recreo”, de Antonio Vega, perquè com reivindicava aquell programa de Ràdio Popular, cada cançó , un record, i perquè enyore moltes cançons com aquestes quan escolto part de la música d’ara. La part que més s’escolta, omnipresent en cadenes de ràdio i televisió i plataformes diverses, la que et martelleja quan seus en un parc o intentes llegir a la platja prop de fillets i adolescents enganxats als seus mòbils.
Aunque tú no lo sepas
Nos decíamos tanto
Con las manos tan llenas
Cada día más flacos
Inventamos mareas
Tripulábamos barcos
Y encendía con besos
El mar de tus labios
Cançons-més d’un no les diria música, però això ja ha passat amb el jazz, el rock o el pop en les seves respectives èpoques- que parlen d’amor, de drogues, de frustració, de tendresa, de tristesa, de rebel·lia .. ., com tantes i tantes dels 70, 80 i 90, però a les que veig poca capacitat per a commoure, nul·la de perdurar en el temps.
No obstant això, aquí estan calant a altres, personetes i persones a qui González, Urquijo o Vega els semblaen un rotllo; enriquint, com llavors, a uns més que a altres; integrant la banda sonora d’una generació; i fent-nos celebrar als d’altra el temps en què ens dèiem tant, oferíem tot el que érem i teníem, salpàvem a la recerca del que somiàvem i estimàvem sense treva.