Un estudio realizado por el Comité Económico y Social Europeo reflexiona sobre el impacto que tienen tanto los usuarios de telefonía móvil como las propias compañías en la crisis climática.
Según el informe, en el Viejo Continente, actualmente hay 700 millones de teléfonos móviles que no se usan. Se trata de dispositivos viejos que pueden haber quedado obsoletos o de dispositivos que han sido “jubilados” porque sus dueños se compraron la última versión de un teléfono móvil.
La pregunta es clara: ¿Pueden ser útiles estos teléfonos? La verdad es que precisan de un reacondicionamiento profesional que no le vendría nada mal al planeta Tierra. Según los datos del informe si se alargara la vida útil de estos dispositivos, las emisiones de CO2 europeas se verían reducidas en un 43% al cabo de 10 años. Si se alargara la vida útil en sólo un año, las emisiones bajarían en un 23% al cabo de 10 años.
Queda claro que está en nuestras manos sacar estos teléfonos del cajón de los artefactos inservibles. Con todo, también deberíamos exigir responsabilidades a los fabricantes que, con su lógica de obsolescencia programada, nos obligan a invertir cada poco en un nuevo terminal.
.-Este es un artículo de Technonews/AMIC para Menorcaaldia