Nos recibe, junto a su pareja y Secretaria del Club, Cristina Camps, en el despacho de las oficinas que posee el club, sin duda, unas instalaciones envidiables que sirven para que uno se de cuenta de que el CCE Sant Lluís es mucho más que un club de básket, de ahí su nombre, Centre Cultural i Esportiu. Más de 500 personas conforman una familia compuesta por fútbol, baloncesto, atletismo, petanca y ajedrez, a las que hay que añadir las de la coral que, tras un período de ausencia, recuperó la actual Junta Directiva, presidida por nuestro protagonista, Rosendo Pons.
Es un club especial, único en Menorca, que mueve gran parte del deporte y cultura que se realiza en el pueblo, “aunque se que la cultura ha bajado bastante y soy consciente de ello. Seguimos haciendo cosas, pero por falta de ayudas económicas hemos perdido actos, aunque siempre hemos intentado hacer otros eventos que no se habían hecho hasta ahora”, nos cuenta Rosendo Pons.
Allá por el 2011 él y su equipo de trabajo se hicieron cargo del club, y el próximo mes de junio, tras 9 años al frente de la entidad, dejará la presidencia, tal y como viene anunciando desde hace ya tiempo. Y lo hará con un club saneado, en la parte final de la conversación de más de media hora que mantenemos así lo afirma: “Mi obsesión era dejar el club saneado y un trabajo encaminado; así lo dejo. Además, el grupo que entre se encontrará dinero con el que trabajar, algo que nosotros no tuvimos”.
Pero la entrevista de hoy no va enfocada a como deja el club, si no que aprovechando que da un paso atrás, queremos recordar el alumbramiento de la entidad que hoy representa a la isla en el deporte de la canasta, el Bàsquet Menorca, un club nacido de las entrañas del club lluisser.
Antes del nacimiento del Bàsquet Menorca se producen una serie de hechos sin los cuales no habría sido posible que la isla volviera a tener básket de élite o, al menos, no como actualmente lo conocemos.
Justo en el primer año de mandato, el CCE Sant Lluís, un clásico de la 1ª Balear, se gana el derecho de jugar una Fase de Ascenso a EBA, y lo hace en Guardamar. Rosendo Pons nos recuerda aquella temporada: “Se dio la casualidad de que se formó un grupo muy competitivo y así lo demostramos. Tuvimos el premio de jugar la Fase de Ascenso en Guardamar, pero no era el objetivo, ni subir aquel año, ni siquiera al cabo de poco, volver a conquistar el campeonato”. Tras esta fase, tal y como afirma el presidente del Sant Lluís, “se cambiaron las normas y el campeón de Baleares subía directamente a EBA, por suerte nos tocó a nosotros, fueron dos años de muy buen básket en 1ª Balear”.
“El primer paso tras quedar campeón balear, es aceptar la plaza, era un premio para nuestros jugadores al que no podíamos renunciar. Tuvimos que reforzar al equipo, porque la mayor exigencia de la categoría impedía a algunos jugadores continuar con nosotros”. Pero, tal y como recuerda Rosendo, era una temporada con trampa: “Fue una primera parte descafeinada, ya que teníamos asegurado el participar en la segunda fase, junto a los rivales valencianos, contra los que competimos y mostramos una imagen muy digna”.
Aquellos años los equipos de las islas estaban encuadrados en el grupo valenciano, un grupo que suponía unos enormes costos. Fue cuando el Sant Lluís inició una lucha para que se pudiera competir en el grupo catalán. “Fui a Palma a reunirme con el Presidente de la FBIB, Jaume Estarellas, para que presionara en este aspecto. Jaume hizo las primeras gestiones, pero el que verdaderamente ayudó a que el básket balear volviera al grupo catalán fue Paco Franco, presidente del Alcázar”. El presidente lluisser no duda en señalarle como el gran culpable de este logro porque “tuvo distintas conversaciones, explicándoles la problemática de enlaces de vuelos y demás costos, logrando que fuera aceptada la propuesta y los equipos de Baleares se integraran en la conferencia catalana”. Todo aquel trabajo fue muy duro “más si cabe que el trabajo deportivo. Presionamos, junto al Andratx y el Plà y empezamos a hacer fuerza para que la Federación abriera los ojos”.
Resuelto el problema logístico, el Sant Lluís se integra en el grupo catalán, Rosendo afirma “que más que disfrutar, sufrimos mucho. Era muy duro ver como, derrota tras derrota, afectaba a los jugadores”. Planeó en el ambiente un posible abandono, pero “me reuní con ellos y decidimos que por el bien de la imagen del club, teníamos que acabar aquella temporada. Solo fue posible gracias a la implicación de todos los jugadores y cuerpo técnico, dejando al CCE Sant Lluís como un club serio, pese a conseguir una sola victoria”.
Quizás el gran público que hoy llena las gradas del templo del básket menorquín, no sabe que esos fueron los primeros pasos, quizás sin saberlo, del Bàsquet Menorca. Así nos lo explica el mandatario lluisser: “Deportivamente bajamos, pero una reestructuración de la categoría nos permitía seguir. Apareció un grupo de gente liderado por Miki Ortiz y Oriol Segura y se decidió continuar en la categoría”.
Aquel fue el nacimiento de una nueva marca, la marca “Bàsquet Menorca”. Rosendo recuerda que “el grupo surgido nos impulsó para continuar en EBA. Dentro de la estructura de nuestro club, el nuevo equipo de trabajo reforzó el equipo, vendieron un nuevo proyecto y los resultados, hoy en día, son los que son, todo sale del Sant Lluís.” Aquella temporada el equipo transitó en la zona alta de la clasificación, con Ses Canaletes llenas a rebosar, “valió la pena todo el sufrimiento de los años anteriores, buena parte del pelo que me falta es culpa de aquellos años, pero esa temporada fue la recompensa a tanto sufrimiento”.
Pero el crecimiento exponencial de aquel proyecto necesitaba de un nuevo impulso y para ello Rosendo Pons necesitaba más ayuda: “La opción de seguir en el proyecto era real, pero decidimos ceder la plaza al Bàsquet Menorca, se independizaba del Sant Lluís. Para continuar con nosotros yo necesitaba más ayuda, el proyecto conllevaba un enorme esfuerzo administrativo, que realizábamos conjuntamente yo y la secretaria. Se da la circunstancia de que somos pareja y los problemas del club se iban también a casa. Llegó el momento en el que por nuestro bien, si no teníamos ayuda interna de los otros directivos, debíamos dar un paso atrás, porque estábamos muy quemados. No salió nadie dispuesto a continuar con el trabajo. Así que finalmente propusimos a la asamblea de socios la cesión de la plaza EBA al nuevo club, y ésta fue aceptada casi por unanimidad.”
Una vez el Bàsquet Menorca se independiza, es hora de pasar balance y afirma que “el paso por EBA no nos supuso endeudar al club. Para ello tuvimos que trabajar muy duro, partiendo de la base de que a los jugadores apenas se les pagaba una dietas y desplazamientos. Pero los gastos eran muchos y en ello tuvimos la suerte de encontrarnos al que era el alcalde de Sant Lluís, Tóbal Coll, que, junto con la concejal de Deportes, Carmen Reynés, se desvivieron para que Sant Lluís pudiera disfrutar de un gran baloncesto. Ellos nos consiguieron numerosas reuniones con posibles patrocinadores y siempre les estaremos agradecidos. Mi objetivo principal era dejar a 0 la deuda creada por el equipo y lo conseguimos”. En cuanto a la herencia que deja aquel proyecto afirma “que sirvió también para unir el básket menorquín. Nos reunimos habitualmente y hay una buena sintonía, somos un grupo de amigos que trabajamos en busca de lo mejor para nuestro básket”.
Este es, a grandes rasgos, el proceso del nacimiento del club que hoy pasea el nombre de nuestra isla por toda la geografía española. Un proceso liderado por un joven presidente que ahora que lo deja y que debe de reconocérsele el hecho de que gracias a él y su equipo, hoy tenemos un club en la élite del básket español.
Aprovechamos la amena conversación para hablar del básket menorquín. Sobre un posible nuevo ascenso a EBA de un equipo menorquín Rosendo opina que “es complicado mantener un equipo en la categoría pagando a los jugadores. Solo sería posible si se pudiera tener a jugadores menorquines que se impliquen e involucren en el proyecto sin cobrar. Hay que tener en cuenta que nosotros, solo por cada desplazamiento teníamos un gasto de más de 3000 euros, si a esto se le añade una nómina para los jugadores, se hace muy complicado mantener a un equipo sin endeudarse”. Sobre un Bàsquet Menorca femenino el presidente afirma “que es muy difícil conseguirlo, para llegar a tener un equipo medianamente de élite se necesita un grupo de jugadoras que le dedique muchas horas, pero ojalá se pudiera conseguir, me gustaría y sería muy bonito”.
Sobre la situación de la Primera Balear, Rosendo es muy claro: “La categoría apenas tiene aliciente si no tienes aspiraciones de ascender y ese no es nuestro caso. La mayoría de equipos la debemos tomar como una salida para dar minutos a los Junior y conseguir que el Básket senior no desaparezca. Diferente es la Liga Balear Junior, es una Liga muy atractiva, que es un premio al final de una etapa de formación”
El básket de formación ha sido una prioridad para el club “hemos tenido la suerte de acertar con los tres coordinadores que hemos tenido, Xavi Carreras, Joan Martínez y Adrià Cabanillas. Los dos primeros hicieron un gran trabajo en el club y ahora, con Adrià estamos muy contentos y manteniendo un gran equipo de trabajo.”
A pocos meses para que expire su último mandato, Rosendo Pons evita enumerar algún momento especial, a nivel deportivo, vivido a lo largo de estos años, pero si que sentencia que “he vivido muchas situaciones, buenas y malas, pero me quedo con pequeñas cosas, con momentos más íntimos vividos a lo largo de estos años”.
Finalizamos la conversación recordando que un día estuvimos en el mismo equipo de trabajo. He tenido la suerte de trabajar a su lado y me consta su lucha, entrega y amor a un color, el azul, que brilla con luz propia en las camisetas de juego de un club histórico como es el CCE Sant Lluís.
(Una entrevista de Xus Rotger)