Entre las propuestas que llegan este año con la segunda edición de STEM Talks Menorca, hay una que nos parece especialmente interesante. Una de robótica. Sin desmerecer que este encuentro, con la participación de diez ponentes en campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, trae temas que son todos de gran interés.
El viernes participa Josep Fernández, decano de la Universitat Politècnica de Catalunya. En su currículum consta que es Doctor en Informática por la UPC (1998) y licenciado en Informática en la FIB por la misma Universidad, profesor titular de universidad en el Departamento de Ingeniería de Sistemas, Automática e Informática Industrial. Imparte docencia en la FIB desde 1989, concretamente en el grado en Ingeniería Informática y en los ámbitos de los sistemas digitales, las interfaces de computadores, sistemas incrustados, la robótica y la visión por computador. Miembro de Grupo de Investigación en Robótica Inteligente y Sistemas (GRINS), desarrolla su actividad científica en los campos de la robótica asistencial, la robótica médica, los sistemas de percepción y los laboratorios en línea (remotos). Como investigador, también forma parte del Centro de Investigación en Ingeniería Biomédica (CREB) de la UPC.
Si nos atenemos a los ejemplos que nos ha dejado en la década de los años 80 el sector del automóvil en nuestro país, podríamos advertir que la incorporación de robots supuso a medio plazo un incremento de la productividad de las plantas que apostaron por sustituir máquinas por hombres y, en definitiva, de una ampliación de la factoría y también de más puestos de trabajo para los humanos. Hoy en día, los robots tienen más capacidades pero no parece que a corto plazo vaya a desplazar al hombre de la cadena productiva, aunque sí que cambiará el lugar desde el que trabaje.
Hoy vivimos en un entorno donde la Inteligencia Artificial(IA) procesa grandes cantidades de datos para aprender. Pero las pautas y los objetivos de ese aprendizaje son dirigidos por el ser humano. El hombre desarrolla mejores algoritmos a partir de la experiencia de la máquina, y esta se desenvuelve mejor en su entorno asignado. Si bien es cierto que el siguiente paso en la evolución de la IA genera ciertas dudas, aún no estamos allí.
El hombre posee la creatividad y la capacidad de adaptación. La primera le permite inventar, hacer de la nada o partiendo de otro concepto, algo nuevo. La segunda le permite extrapolar situaciones y evolucionar por sí solo. Esta es la ventaja que mantenemos frente a un futurible donde las máquinas piensen por si solas. Google está estudiando cómo no poner freno a la evolución pero, al mismo tiempo, tener siempre la última palabra. Los robots ya forman parte de nuestra vida y nos rodean en forma de máquinas que trabajan en la fábrica, que limpian el suelo de casa o que procesan la información que compartimos en las redes. Pero pronto vamos a tener que acostumbrarnos a ver robots de compañía o robots mascota.
… un detalle importante = los robots son ateos, y deben seguir siéndolo…