Una de las cosas más fascinantes que ocurre en ocasiones con las buenas películas, con independencia de las propias historias que nos cuentan, es que a veces nos pueden ayudar a descubrir, de forma inesperada, a escritores que hasta ese momento desconocíamos o de los que sólo conocíamos el nombre o teníamos quizás vagas referencias.
Así me ocurrió en su momento con la notable película «En sus zapatos» (2005), dirigida por uno de los directores y guionistas contemporáneos por los que sentía un mayor afecto, el norteamericano Curtis Hanson, que fallecería en 2016. Conocido sobre todo por la excelente «L. A. Confidential» (1997), Hanson me parecía no sólo un gran cineasta, sino también un analista cinematográfico con una sensibilidad y una generosidad claramente perceptibles, muy difíciles de encontrar hoy en día, y no sólo en el mundo del séptimo arte.
Gracias a «En sus zapatos», descubrí a dos grandes poetas, Elizabeth Bishop y E. E. Cummings, que nunca había leído con anterioridad. De ambos escritores se leen sendos poemas a lo largo del filme, recitados por una de las dos hermanas protagonistas, Maggie (Cameron Diaz). La otra hermana protagonista —y en cierto modo antagonista de Maggie— es Rose (Toni Collette). En principio, las dos sólo parecen tener en común su pasión por los zapatos de tacón de aguja y el hecho de que calzan el mismo número, aunque conforme va avanzando la película vamos descubriendo poco a poco otras afinidades entre Rose y Maggie.
El primer poema que escuchamos en el filme, de Elizabeth Bishop, lleva por título ‘Un arte’, y nos habla, en primera persona, de que deberíamos de intentar estar siempre preparados para el dolor que nos pueden llegar a producir las distintas pérdidas que van jalonando poco a poco nuestras vidas. El segundo poema, el de E. E. Cummings, se titula ‘Llevo tu corazón conmigo’, y nos habla, también en primera persona, del poder del amor en su sentido más amplio y de lo que puede llegar a significar su presencia en nuestras vidas. «Llevo tu corazón conmigo,/ lo llevo en mi corazón», dice el poema en su inicio. Su autor nos cuenta también que en ese amor se encuentra no sólo el «profundo secreto» de su felicidad, sino también el sentido «de un árbol llamado vida», que crece por ello «más alto de lo que el alma pudiera esperar o la mente ocultar».
Tras ver por vez primera «En sus zapatos», me sentí especialmente bien, pues por una parte percibí en mi interior un sentimiento de especial gratitud hacia Elizabeth Bishop y E. E. Cummings, y, por otra parte, reafirmé una vez más mi admiración hacia Curtis Hanson. Para mí, es un director al que siempre vale la pena reivindicar, un director al que los amantes del cine deberíamos de llevar también siempre en nuestro corazón.