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Luchando en plena pandemia: la protectora de animales de Ciutadella tiene hasta 26 perros en acogida

Los voluntarios redoblan esfuerzos y reconocen que las adopciones se han ralentizado

Desde la protectora exponen que actualmente tienen más perros de lo normal "en el limbo", lo que ocasiona un aumento de gastos y responsabilidad.
Desde la protectora exponen que actualmente tienen más perros de lo normal "en el limbo", lo que ocasiona un aumento de gastos y responsabilidad.

J. L. Llagües

La pandemia registrada por culpa de la COVID-19 ha influido en todos los aspectos de la vida. Con la desescalada en el punto de mira del ciudadano medio, en muchos sectores se están realizando los balances previos que permiten identificar los cambios registrados desde que se decretara el estado de alarma. Y las organizaciones que velan por el bienestar de los animales en la isla también han sido alcanzadas por el golpe del coronavirus. Nadie se escapa.

Un ejemplo claro es el de la Protectora d’Animals de Ciutadella, que actualmente cuenta con hasta 26 perros en casas de acogida, una cifra mucho más elevada de lo habitual. “Está siendo todo muy complicado, las adopciones en un primer momento se pararon. Normalmente tenemos nueve, doce o quince ejemplares en esta situación, pero vimos lo que podía pasar y acudimos a la perrera a acoger más”, reconoce Alba Lledó, vicepresidenta de la protectora.

Para tramitar una adopción se tienen que hacer varios desplazamientos, como la visita al veterinario para cambiar el nombre del animal en el chip. En una tesitura como la actual, todo es más difícil. Desde la protectora exponen que actualmente tienen más perros de lo normal “en el limbo”, lo que ocasiona un aumento de gastos y responsabilidad. “Hay adopciones que se podrían haber tramitado y no ha podido ser y cuando vimos lo que podía pasar cuando se anunciaba el estado de alarma fuimos a la perrera a sacar los perros que se podía”, apunta Lledó. Y encima han habido casos especiales, ya que llegó a las instalaciones una camada de pequeños raterets: “No era seguro para ellos que se quedaran en la perrera, tuvimos que llevárnoslos”.

Imagen de uno de los animales.

Consultada sobre un posible aumento de peticiones de adopciones para que los nuevos dueños pudieran pasear en pleno confinamiento, Lledó es contundente: “No creo que haya más peticiones de este tipo en la actual situación. Tras una primera entrevista, el adoptante tiene que pagar 150 euros para la vacuna de la rabia, el chip, la castración y el pasaporte y ese ya es un filtro importante. Si hubiera sido gratis igual se nos hubierámos encontrado con más casos de picaresca”. Lo que sí han aumentado son los ofrecimientos de acogida: “Mucha gente nos ha contactado y nos ha dicho que podía ayudar. Hay estudiantes, por ejemplo, que han vuelto a Menorca y nos han llamado. Sin embargo, está claro que no hablamos de objetos de Amazon sino de animales y para ser casa de acogida antes hay que estudiar ciertos aspectos, como la residencia en la que va a estar el can, no es tan fácil”, explica.

“Nosotros ahora en esta época no podemos arriesgarnos y dejar perros que no conocemos por primera vez. Dejar a un ejemplar en una casa de acogida es una responsabilidad muy grande”, concluye. Y destaca el caso de perros de gran peso -hasta 60 kilos o de animales PPP (Perros Potencialmente Peligrosos) que hay en la perrera: “Para adoptarlos o acogerlos hay que tener una licencia y todo es más difícil. En cualquier caso, quiero pensar que el aumento de ofrecimientos de casas de acogida es por buena fe”, apunta.

Reinventarse para no colapsar

En el escenario actual, la protectora ha tenido que tirar de ingenio. Y aunque las adopciones se pararon al principio, algunas sí se han podido llevar a cabo: “Al principio el adoptante contacta con nosotros, igual ya ha visto a un perro en Facebook o en la entrevista vemos el perfil que más le cuadra. Entonces, la persona va a la casa de acogida a conocer al animal y luego se va, no hay adopción express. En su casa lo medita y luego nos contacta. En la casa de acogida también nos comentan el feeling que han visto entre el animal y el adoptante, son percepciones que en una entrevista por escrito y una llamada no se ven. Ahora, todos estos trámites se han simplificado. Se han reducido y hemos tirado de videollamadas y vídeos, pero el interés es el mismo por nuestra parte. Al final, quién nos ha inspirado confianza sí ha adoptado”, explica.

Pequeños cachorros.

En total, en la protectora pueden contar hasta con 100 voluntarios, ya que además del bienestar de los perros también velan por las colonias de gatos del municipio.

En terreno felino las adopciones también se han complicado, pero las colonias se siguen alimentando. En la protectora de Ciutadella utilizan el método CES -captura, esterilización y suelta- y estiman que en el municipio hay entre 350 y 500 gatos medio salvajes que nadie adoptaría: “A los más mansos les intentamos buscar un hogar, pero el resto no cabe en la perrera. Si fueran allí, se estresarían, se pelearían, todo colapsaría y en el escenario más duro acabarán sacrificados”.

Eventos cancelados

La crisis de la COVID-19 ha causado que la protectora tuviera que cancelar su participación en la Epic Trail Camí de Cavalls -donde se ocupan del avituallamiento y del stand-, la fiesta del podenco que tenían preparada en Es Mercadal y una caminata perruna, lo que ha conllevado pérdidas económica: “Es dinero con el que ya contábamos y es una pena. Hemos comenzado una recaudación solidaria a través de Facebook y la gente está respondiendo, es muy de agradecer”, expone Alba Lledó.

Por último, la responsable de la protectora apunta un temor compartido por muchos ciudadanos de Menorca: “La crisis da miedo, ya que que mucha gente vive del turismo. También tememos una avalancha de abandonos por gente que no tenga trabajo y no pueda hacerse cargo del animal o tenga que buscarse la vida fuera y dejar la isla”. Son tiempos dífíciles, eso está claro.


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