Jorge Tera ocupa la secretaría general autonómica del Sindicato de Enfermería de Balears Satse desde el año 2006. Titulado en enfermería en 1992, ha desarrollado su labor profesional en Atención Primaria y también en Urgencias Hospitalarias y Extrahospitalarias. Desde 2003 forma parte de la estructura profesional de Satse, habiendo ejercido como delegado de Atención Primaria y de las Clínicas Privadas. En la presente entrevista, valora la respuesta del sistema de salud balear ante la crisis sanitaria y la necesidades a las que han debido hacer frente tanto el personal de enfermería como el resto de actividades asistenciales.
¿Ha demostrado un buen nivel de capacidad el sistema de salud balear para hacer frente a la crisis del Covid-19?
Como en todo, hay puntos positivos y negativos. Empecemos por los primeros. Desde Satse, pensamos que se ha realizado un notable trabajo en materia de reorganización de la Atención Primaria, un nivel asistencial que ha demostrado sobradamente que está preparado para asumir muchas más competencias de las que gestiona normalmente. La labor efectuada en los centros de salud ha permitido descargar el peso asistencial en los hospitales, y especialmente en las unidades de Urgencias, y que todas estas áreas hayan podido desenvolverse con relativa normalidad. También hacemos una lectura positiva de aspectos como la reorganización de los servicios, las reestructuraciones aplicadas en el funcionamiento de los centros hospitalarios, y la disposición de recursos humanos y técnicos que han podido ser liberados para proceder a su reasignación en los departamentos donde era más necesario su concurso. En general, creo que en Baleares se ha realizado una planificación correcta de esta crisis.
Sin embargo, afirma que también ha habido puntos negativos…
Uno de ellos ha sido la falta de comunicación con los profesionales, las organizaciones sindicales y, en definitiva, los representantes de los trabajadores. Es cierto que la gestión de la pandemia y todas sus consecuencias han exigido tiempo y dedicación por parte de los responsables sanitarios, pero, aún así, hemos echado de menos que el contacto fuera más fluido y persistente. Por otro lado, es innegable que ha existido un problema de falta de material y de recursos de protección, especialmente durante el primer mes de la crisis. En el caso de los profesionales, han escaseado elementos tan importantes como las mascarillas, las gafas, las pantallas faciales, y otros equipamientos básicos. Tanto ha sido así que los trabajadores hemos tenido que hacer uso de material artesanal y reciclado para protegernos a la hora de llevar a cabo nuestra labor. Estoy hablando de bolsas de basura, por ejemplo. Y, por último, ha faltado coordinación entre los servicios de prevención de los hospitales y las diferentes gerencias a la hora de aplicar los protocolos de detección. En algunos centros, cuando se ha comprobado que un profesional había mantenido contacto con un paciente positivo por Covid-19, se ha optado por someterle a una prueba; en otros, en cambio, se le ha enviado a casa para que permaneciera aislado, y sin practicarle ningún test. Estos aspectos han ido mejorando con el tiempo, pero en el transcurso del primer mes desde la irrupción del coronavirus, se apreciaron serias deficiencias en este tipo de actuaciones.
Es innegable que ha existido un problema de falta de material de protección, especialmente durante el primer mes de la crisis
¿Hasta qué punto esta pandemia ha colocado a los profesionales de enfermería en una situación particularmente dura?
Desde luego, ha sido, y está siendo, un proceso complicado. Por muchas razones; entre ellas, lógicamente, la dificultad de luchar contra un virus de tan inusitada capacidad infecciosa. Pero, al margen de ello, el personal de enfermería ha debido enfrentarse a una dificultad muy seria: la restricción de nuestros derechos. Estoy hablando de que se han cancelado permisos, vacaciones, e incluso se ha intervenido de lleno en el terreno de la conciliación laboral. Mientras que en otros sectores ha sido posible normalizar la situación progresivamente, no ha ocurrido así en el caso de la enfermería. Y hay que tener presente que también nosotros tenemos hijos y nos hemos visto obligados a hacer auténticos malabarismos para atenderles y equilibrar nuestros deberes profesionales en una situación de salud crítica, con nuestras obligaciones familiares. Esta supresión generalizada de los permisos laborales, no se ha producido en ningún otro ámbito laboral.
El sector de enfermería ha visto restringidos sus derechos laborales durante esta emergencia sanitaria
Y todo ello, además, en un contexto tremendamente exigente a nivel profesional…
Sí, desde luego, y no únicamente desde el punto de vista del trabajo físico, sino también desde la perspectiva de la merma psicológica. Estar en primera línea en el contexto de nada menos que una pandemia mundial, como han tenido que hacer las enfermeras y enfermeros cada día, una jornada tras otra, en hospitales y centros de salud, genera un estrés emocional y mental de dimensiones incalculables, especialmente en el caso del personal destinado a las UCI hospitalarias o que debe realizar su labor en plantas que acogen a pacientes con Covid-19.
¿Cuántos profesionales de enfermería han sido infectados de coronavirus en la sanidad balear?
Las fuentes son diversas, y las gerencias proporcionan unos datos determinados que no siempre nos cuadran. Es difícil precisar un número exacto, pero podríamos hablar de unos 150 profesionales contagiados. Ahora bien, en Satse pensamos que la cifra es muy superior, y que podría rondar los 350. ¿Por qué creemos eso? Bien, pues, por ejemplo, porque tenemos constancia de casos de profesionales que no han manifestado síntomas de coronavirus y, en cambio, luego se les ha detectado la presencia de la enfermedad en posteriores estudios serológicos. Hay menos trabajadores en esta situación de los que esperábamos que hubiera, si quiere que le sea completamente sincero, pero, desde luego, el número de contagios entre el personal de enfermería en Baleares, aún sin poder contabilizarse exactamente, es superior a ciertas cifras que se están aireando.
Se habla de unos 150 profesionales de enfermería contagiados; en Satse, pensamos, más bien, que la cifra llega a 350
Retomando el punto sobre la escasez de material de protección que usted comentaba, ¿a quién, o a quiénes, hay que achacar la responsabilidad?
Es difícil saberlo, porque no conocemos los entresijos de todo este proceso. Si le preguntamos a la administración, nos responderá que el problema ha residido en la dificultad de acceder a unos productos que, a partir del inicio de la crisis sanitaria, han experimentado un incremento sin precedentes de la demanda. Tenga en cuenta que buena parte de estos artículos no se fabrican en Europa, sino en Asia, y que, además, para obtener este material, los gobiernos europeos han tenido que competir en el mercado con gigantes mundiales, como Estados Unidos. No obstante, le diré que desde Satse valoramos positivamente la respuesta del Govern. Gracias a que el Ejecutivo de las islas se ha movido y ha adquirido equipamientos de protección se han podido subsanar, al menos parcialmente, los déficits en los que ha incurrido el Gobierno central. En nuestra opinión, desde el Ministerio de Sanidad se ha pretendido ejercer unas competencias que se hallaban fuera de su ámbito y de sus posibilidades, entre ellos la de rastrear el mercado para localizar a los proveedores más fiables. Sin duda, si hubiéramos dependido exclusivamente del ministerio para que se nos dotara de este material, las perspectivas hubieran sido todavía menos favorables.
Menos mal que el Govern se ha movido para adquirir material y ha subsanado en parte los déficits del Ministerio de Sanidad
Afirma usted que el Govern balear ha sabido actuar ante la necesidad de dotar a los profesionales y a los ciudadanos de los elementos de prevención frente al Covid-19. ¿Ha ocurrido lo mismo con las gerencias hospitalarias?
Depende de cada caso. Por ejemplo, no nos ha llegado ninguna queja procedente de los profesionales del Hospital Comarcal de Inca. Todo indica que en este centro hospitalario no ha habido insuficiencia de recursos. En cambio, si nos centramos en Mallorca, no estamos satisfechos del rumbo que han tomado los acontecimientos en Son Espases, donde hace unas semanas todas las organizaciones sindicales que formamos parte de la junta de Personal presentamos una solicitud formal requiriendo información sobre cuál es la situación en el centro de referencia de la sanidad pública balear. En el mismo documento, se ha constatado la escasez de los suministros en cuanto a equipamientos de protección. La impresión es de que la gerencia de Son Espases ha podido incurrir en un exceso de celo a la hora de dosificar la entrega de material a los profesionales, acumulando un stock excesivo de estos equipamientos. No disponemos de una demostración fehaciente de que esto ha ocurrido así, pero sí es evidente que las gerencias han optado por criterios diferentes a la hora de gestionar y facilitar todos estos recursos: unos han sido más restrictivos, y otros menos. En Satse, pensamos que habría que efectuar las indagaciones oportunas para esclarecer estos hechos.
Además de material, ¿ha faltado también personal, y más específicamente personal de enfermería, en esta crisis sanitaria?
La primera opción de la administración y de las gerencias fue utilizar los recursos humanos disponibles en los hospitales, desplazando a profesionales que estaban asignados a servicios que, tras la irrupción de la pandemia, habían quedado en un segundo plano, como la actividad quirúrgica no urgente, por ejemplo. Igualmente, las organizaciones sindicales reaccionamos aportando a nuestros liberados para que se reincorporasen a las funciones asistenciales con el ánimo de secundar la labor de sus compañeros. Todas estas actuaciones han ayudado a capear el temporal, y ahora, con vistas al verano, se nos ha transmitido el mensaje de que las plantillas se mantendrán para que puedan cubrirse adecuadamente los permisos y las vacaciones. Al mismo tiempo, se está invirtiendo en reforzar el personal de Atención Primaria con la contratación de 100 enfermeras y enfermeros, algunos de los cuales se sumarán al equipo de ‘rastreadores’ destinados a localizar e identificar casos sospechosos de Covid-19. Es una medida con la que Satse se ha mostrado de acuerdo desde el primer momento, ya que es precisamente en Atención Primaria donde debe efectuarse este tipo de trabajo. Si lo pensamos bien, los centros de salud y de medicina comunitaria se hallan a pie de calle, y en contacto permanente con el ciudadano. Es a estos centros donde el paciente llega aquejado de unos determinados síntomas que los profesionales tienen la oportunidad de analizar y valorar antes de recurrir a otras etapas asistenciales.
¿Cómo será la ‘nueva normalidad’ en el sector sanitario y en el ámbito de la enfermería’?
Estoy convencido de que se van a producir muchos cambios, y de que algunas de las modificaciones organizativas y estructurales que se han introducido durante esta crisis, han llegado para quedarse. Pero esto no tiene por qué ser visto desde un punto de vista negativo. Depende de cada caso. Por ejemplo, ojalá muy pronto los profesionales ya no debamos atender a los pacientes a través de una mampara de seguridad o provistos de una mascarilla, y que sea posible recuperar el contacto humano más directo. Esto es importante a la hora de asegurar el buen resultado de la actividad asistencial. Sin embargo, como lo decía, algunas de las novedades que el Covid-19 ha obligado a incorporar en centros de salud y hospitales han demostrado ser efectivas, no solo ahora, sino también de cara al futuro.
Ojalá que pronto los profesionales podamos atender a los pacientes sin estar detrás de una mampara y recuperando el contacto directo
¿Algún ejemplo concreto?
Las herramientas telemáticas, sin ir más lejos, que antes de la crisis se hallaban posiblemente infrautilizadas, y que en esta emergencia han demostrado su resolutividad. Podría seguir siendo así después del coronavirus en casos como las consultas a distancia, incluidas las de carácter hospitalario. Las videollamadas permiten que el profesional pueda visualizar la cara del enfermo y su expresión, obteniendo una información sumamente valiosa para el diagnóstico.
Antes hablaba usted de la Atención Primaria, que ha jugado un papel decisivo en esta crisis. ¿Ha de seguir siendo así, después del Covid-19?
Sí, desde luego, este es otro de los cambios a los que la sanidad pública debe aferrarse si de verdad quiere mejorar su eficiencia: sacar el máximo provecho posible de las múltiples opciones que ofrece el primer nivel asistencial. Es imprescindible dotar a la Atención Primaria de más recursos tecnológicos para que, de la mano del asesoramiento telemático adecuado, pueda dotar de una mayor fluidez al sistema de salud. Hemos de inaugurar una nueva etapa en la que los centros de salud sean más resolutivos y engloben más competencias asistenciales, y en los que se ponga punto final a situaciones como la infrautilización de quirófanos y de consultas hospitalarias que, durante el horario de tarde, permanecen cerrados. Y, por supuesto, espero que el valor que la sociedad en su conjunto está dando a nuestra profesión, y a todo el personal sanitario, persista en el tiempo, más allá del coronavirus.
Después del coronavirus, hay que apostar por dotar de más recursos a la Atención Primaria e incrementar sus competencias asistenciales
¿Teme la posibilidad de un rebrote de la pandemia?
No lo sé, eso depende de muchas circunstancias, y todos tenemos una responsabilidad individual para que no ocurra un resurgimiento del virus a gran escala. Sin embargo, le diré una cosa. Persisten otras pandemias, además del Covid-19, y la sociedad ha de permanecer atenta a ellas. No podemos seguir dándoles la espalda. Estoy hablando del progresivo envejecimiento de la población, que conlleva un incesante y creciente consumo de recursos sanitarios. O del tabaquismo, o de la obesidad infantil. También son pandemias, porque originan muchas muertes, mucho sufrimiento, y un gran gasto económico al sistema de salud. Por último, me gustaría comentar que si alguna lección cabe extraer de estas crisis sanitaria es, sin duda alguna, la necesidad de mantener la sanidad pública como uno de los ejes inamovibles del estado de bienestar. ¿Qué hubiéramos hecho en esta crisis si no llegamos a contar, en Baleares y en España, de una sanidad pública preparada y capacitada para afrontar una situación tan crítica como la que nos ha afectado, y que nos sigue afectando? Pensémoslo por un momento. Hubiera sido terrible, ¿verdad?
El envejecimiento poblacional, el tabaquismo y la obesidad infantil también son pandemias, y no podemos seguir dándoles la espalda