Cáritas de Menorca ayudó el año pasado a 1.407 personas de forma directa, pero se beneficiaron 2.562. Así lo dice la memoria de 2019 presentada este lunes. Pero son cantidades que han quedado “obsoletas” en palabras del delegado episcopal Guillem Ferrer. El motivo es la pandemia de Covid-19. Ferrer pone como ejemplo que en el mes de febrero de este año había 410 beneficiarios de sus ayudas en Menorca y en mayo ya eran 700. Las principales dificultades son el poder comprar comida, pagar alquileres o servicios básicos como el luz. Y lo peor es que todo esto sólo puede empeorar por lo que parece.
El verano no será muy bueno en materia económica y las peticiones de ayudas pueden crecer de forma espectacular los próximos meses. Guillem Ferrer declaró que “se pueden contar con los dedos de una mano los hoteles abiertos o las urbanizaciones turísticas que tienen actividad cuando estamos a mediados de junio. Esto deja clara la situación por lo que este otoño e invierno se prevén muy difíciles”.
La confianza en la diócesis es que los menorquines siempre han sido solidarios y esperan que, ahora, la gente haga un esfuerzo suplementario. En este sentido, Ferrer explicó que la implicación de las autoridades también ha aumentado ante la magnitud de la crisis.
Ferrer también ha explicado que muchos de los actuales demandantes de ayuda es gente que no lo había solicitado nunca. Calcula que un 30%. A Además hay un 20% que vuelve a entrar en la rueda de ayudas después de haberla dejado hace uno o dos años. Según Ferrer esto obedece a que había mucha gente viviendo al límite del umbral de la pobreza y ahora se paga.
… señores que flanquean a ese señor vestido de negro del centro de la mesa, alarguen ustedes sus dos manos con los dedos extendidos… si esos fuesen los dineros totales que recibe la iglesia de todos nosotros para sus cosas, el correspondiente a lo que os trasladan a vosotros, los sacrificados trabajadores de Cáritas, sería el equivalente a la uña del dedo meñique de la mano derecha… mírensela detenidamente, y piensen luego en exigir al señor de negro al que le han cedido el sitio para presidir su mesa, que se deje de lloriqueos y empiece a ayudar de verdad