Skip to content

“La hora del recreo”

Un artículo de Josep Maria Aguiló


A lo largo de las últimas décadas, las leyes educativas se han ido sucediendo casi sin descanso en nuestro país, pero, por fortuna, la hora del recreo seguía siendo igual que siempre a pesar de todos esos cambios, es decir, la hora del recreo. Con la actual situación sanitaria, es imposible no preguntarse, sin embargo, cómo será la hora del recreo en las escuelas a partir del próximo curso o si seguirá habiendo ese bullicio inconfundible que, por muchos años que pasasen, nunca parecía cambiar con el tiempo.

Así, la mayor parte de niños y de niñas jugaban, y corrían, y saltaban, y gritaban, sobre todo gritaban y corrían, en ocasiones sólo por correr, de aquí para allá, sin un por qué ni tampoco un destino fijo o concreto. Al mismo tiempo, unos pocos se quedaban charlando en un pequeño corro, o se sentaban, solitarios, en un rincón, como si, de alguna manera, pudiera vislumbrarse ya, a modo de preludio o de avance, cómo podían llegar a ser también sus respectivos caracteres al llegar a la edad adulta.

En la hora del recreo, había también siempre un profesor o una profesora vigilando para que nadie se hiciera daño, intentando evitar a la vez que hubiera posibles peleas. Y se jugaba a fútbol o al baloncesto, y se discutía sobre si hubo fuera de juego o si fue penalti, o sobre si fueron pasos o si el tiro era de dos o de tres puntos. Por todas esas razones, por muchos años que pasasen, solíamos recordar siempre con cariño y con agrado todos los patios escolares en los que habíamos jugado y también aquellos otros en los que igualmente hubiéramos deseado poder jugar.

En la infancia suele ser tanta nuestra energía, que a veces parece que sólo tenemos ganas de correr y de saltar, incluso cuando vamos con nuestros padres, o sobre todo quizás porque vamos con ellos, porque con los abuelos, en cambio, siempre solemos comportarnos de una forma un poco más tranquila y calmada. Pero es sobre todo estando en la escuela cuando parecemos disponer de una vitalidad prácticamente infinita, en especial en la hora del recreo. Y ahora a veces me pregunto si podrán seguir siendo así los niños y las niñas de hoy en el futuro.


Deja un comentario

Your email address will not be published.