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“Las cosas sencillas”

Un artículo de Josep Maria Aguiló

Una mujer leyendo.
Una mujer leyendo.

Las razones por las que leemos —o por las que no lo hacemos— son seguramente siempre muy variadas, en especial cuando no tenemos la obligación escolar o laboral de tener que hacerlo. Cuando a veces nos preguntan por nuestros posibles hábitos de lectura, normalmente se suele pensar sólo en los libros, si bien hay personas que son grandes lectoras y que, sin embargo, no sienten una especial predilección por los libros, sino sobre todo más bien por los periódicos, los cómics, las revistas, los prospectos de los medicamentos o los anuncios de las vallas publicitarias.

Leer es una de esas cosas sencillas que podemos hacer prácticamente todos y que pueden contribuir a hacer mucho mejor la vida de cada uno de nosotros. En una situación como la actual, de tantos cambios e incertidumbres, seguramente agradecemos más que nunca tener la posibilidad o la ocasión de poder disfrutar de aquellas actividades que nos agradan y que nos ayudan a encontrar un poco de sosiego y de paz para nuestro espíritu.

Las cosas sencillas posiblemente se valoran mucho más ahora mismo, en estos tiempos tan extraños que estamos viviendo. Casi todos tenemos hoy la impresión de que aunque en un periodo de tiempo más o menos breve pueda llegar a superarse la actual crisis, el mundo ya no volverá a ser nunca más como era antes, o no al menos como era hace apenas seis meses. Desde hace medio año, estamos viendo y constatando cada mes cambios muy profundos a todos los niveles.

Por ello, si estos días podemos leer, o pasear, o ver películas, o disfrutar de un día de sol —o de lluvia—, o estar con personas que nos quieren, seguramente deberíamos de considerarnos unas personas realmente muy afortunadas. En cierto sentido, tal vez no haya hoy una dicha mayor que poder refugiarnos todavía en cosas sencillamente agradables o agradablemente sencillas.


Comment

  1. … además, la lectura previene contra los intentos de las religiones organizadas de comernos el coco con sus paridas místicas y demás zarandajas… hay libros de ficción, los hay de no-ficción, y los hay que previenen a la sociedad de que los de ficción no se tomen como de no ficción

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